Loewe celebra sus raíces españolas en París con un desfile repleto de color que inaugura una nueva era

Jack McCollough y Lázaro Hernández han debutado con su primera colección para la firma, rindiendo homenaje a sus orígenes

3 de octubre de 2025 - 14:32 CEST3 de octubre de 2025 - 14:32 CEST

Un nuevo día de Paris Fashion Week, un nuevo director creativo que debuta. Después del estreno del portugués Miguel Castro Freitas al frente de Mugler y de Jonathan Anderson con Dior, es el turno del dúo formado por Jack McCollough y Lázaro Hernández, los exdirectores creativos de Proenza Schouler, que esta primavera asumían las riendas de Loewe, una de las firmas de origen español más internacionales.

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Los modistos recogen el testigo de Jonathan Anderson, que durante los últimos once años ha llevado a Loewe a lo más alto con su visión única. Por eso la expectación era enorme ante los diseños en los que sus nuevos creativos llevan meses trabajando. La cita ha tenido lugar este viernes 3 de octubre en la Ciudad internacional universitaria de París, en cuyos jardines han instalado una construcción blanca y rectangular, formada por impolutas paredes y bancos de madera, donde ha tenido lugar el desfile.

Se trataba de una improvisada galería de arte que dentro ha acogido una única obra colgando de la entrada: una pieza del pintor y escultor estadounidense Ellsworth Kelly, titulada Yellow panel with red curve. En amarillo y rojo, como un homenaje a las raíces españolas de Loewe, tal y como han explicado McCollough y Hernández.

"En esta obra reside una vitalidad y una materialidad que sentimos fundamentales para la firma, una intensidad cromática y una sensualidad que consideramos inherentes a sus raíces españolas; y, en última instancia, un optimismo y un espíritu con los que nos identificamos profundamente", han asegurado. "Funciona como punto de partida, como un preludio de lo que está por venir".

Y así ha quedado reflejado en el propio desfile, con el que inauguran una nueva etapa para el sello, con el color como claro protagonista —pista que sus invitados ya habían recibido en forma de invitación—. El primer look, un vestido amarillo con detalles rojos, hacía un sutil guiño a la bandera española. Después, hemos presenciado una paleta de vibrantes azules, verdes, naranjas o amarillos, mientras las modelos desfilaban al ritmo frenético de Naga Pedale, de Cumbia siglo XX, una banda sonora enérgica que acompañaba los primeros pasos sobre la pasarela.

No han faltado minivestidos plisados con faldas voluminosas que recuerda a los dibujos animados, americanas con hombreras redondeadas de proporciones exageradas, zapatos de tacón moderado y punta afilada, vestidos largos con rayas verticales multicolor o diseños palabra de honor que parecían improvisadas toallas envolviendo el cuerpo.

La propuesta se fue modulando con el cambio musical: Trollskogen, de Johanna Orellana, trajo consigo un ambiente más relajado, acorde con patrones más sencillos y cotidianos. En este bloque aparecieron chaquetas y pantalones vaqueros, camisetas lisas de manga corta y cazadoras tipo bomber, que aportaban una pausa entre tanta explosión cromática.

El ritmo volvió a acelerarse, marcando el regreso a los colores intensos y siluetas más atrevidas. Gabardinas en tonos brillantes, vestidos con capas multicolor, americanas de cuello redondo confeccionadas en cuero lustroso, faldas asimétricas de flecos o mocasines. Un despliegue de formas y volúmenes con el que McCollough y Hernández han jugado a redibujar los códigos de Loewe.