La necesidad de una mirada femenina. Louise Trotter, con experiencia en la dirección de Lacoste o Carven, debutó al frente de Bottega Veneta en el marco de Milan Fashion Week con su colección Primavera/Verano 2026, que puso el foco sobre las innovaciones de Laura Braggion, la primera mujer al mando de la firma italiana entre los años 80 y 2001: ella supo elevar el intrecciato -su ya icónico trenzado en piel- desde la funcionalidad cotidiana hasta convertirlo en la máxima representación del lujo artesanal. Sin renunciar a lo práctico, el "nuevo nuevo Bottega" desafía los límites.
Inspirada por la vida de esta creadora, que se trasladó en su juventud a Nueva York y formó parte de la Factory de Andy Warhol, la diseñadora británica imaginó aquel viaje como el de una mujer italiana que encontraba en la gran ciudad una forma de liberación. Esa idea de emancipación -de ruptura con la adolescencia- atraviesa la colección.
Braggion fue la responsable de abrir la primera tienda de Bottega Veneta en Nueva York, en 1972, un hito que cobra aún más relevancia ahora que la firma se prepara para celebrar su 60º aniversario en 2026.
Louise Trotter recogió el testigo de Daniel Lee y Matthieu Blazy, aportando su propio matiz: mantiene las siluetas amplias y rotundas, pero suavizadas con una feminidad palpable. “Lo que he descubierto, y lo que me parece único en Bottega Veneta, es la artesanía y esa voluntad de seguir innovando, de ampliar los límites creativos”, confesaba antes del desfile. “Es la primera vez que trabajo en un entorno tan conectado entre la creatividad, el desarrollo y la realización”.
El intrecciato es a Bottega lo que el tweed a Chanel, y Trotter lo regresó a su escala original, más pequeña y elegante. Se vio transformado en piezas insólitas: un jersey monumental tejido con decenas de flecos de algodón, camisetas hechas con minúsculas franjas de piel pulida y una hasta capa que exigió nada más y nada menos que 4.000 horas de trabajo.
Aunque presentada como colección estival, esta primera propuesta de Trotter evocaba más bien el otoño: abrigos de lana azul marino, gabardinas de piel, chaquetas marineras, parkas con capuchas forradas de pelo y cazadoras de aire utilitario. Todo ello con un aire masculino, pero suavizado para adaptarse al cuerpo femenino de forma natural, sin imposiciones.