Hay quien espera a soplar las velas para ser el protagonista. Y luego está Dua Lipa, que ha decidido que su cumpleaños, el 22 de agosto, merece no una fiesta, sino toda una temporada de celebraciones. El escenario: Ibiza. El dress code: un vestido plateado tan atrevido que podría hacer sonrojar a la mismísima bola de discoteca de Studio 54.
La cantante, siempre dispuesta a reescribir las reglas del estilo, ha confiado en su amigo Giuliano Calza, director creativo de GCDS, para crear un diseño exclusivo que no se vende, no se repite y no se olvida. Transparencias estratégicas, aberturas infinitas y destellos metálicos que parecen capturar cada rayo de luna de la isla blanca. Un vestido pensado no solo para ser llevado, sino para ser recordado.
Y si alguien piensa que este despliegue es cosa de una sola noche, basta con repasar sus últimas apariciones: hace apenas unos días, navegaba por aguas ibicencas con un bikini metalizado doble, confirmando que el brillo no es solo una tendencia, sino un estado de ánimo. Dua Lipa no viste de plata: ella lo convierte en segunda piel.
Entre risas con amigos, atardeceres interminables y la compañía de su prometido, Callum Turner, la artista vuelve a demostrar que su relación con la cultura española es más que un idilio veraniego. Es un ritual. Ella se funde con Ibiza, y Ibiza le devuelve el favor convirtiéndola en su musa más internacional.
Quizá los cumpleaños sean solo excusas para celebrar, pero en el universo Dua Lipa las excusas se convierten en fiestas de moda. Y si este es solo el preámbulo, ¿qué nos espera cuando sople las velas?