A principios de los 2000, Lindsay Lohan era mucho más que la reina de las películas adolescentes, con títulos como Chicas malas (2004) o Devuélveme mi suerte (2006): también era un icono de estilo (con un puntito caótico) para toda una generación. Sus looks, a medio camino entre la improvisación, lo que entonces considerábamos chic y el toque rebelde, llenaban páginas de revistas y blogs de estilo antes de que existiera Instagram. Vaqueros de tiro bajo, botas UGG, un exceso de tela satinada, los leggings que lucía junto a vestidos... la actriz marcaba tendencia sin proponérselo.
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Hoy, dos décadas después, vuelve a acaparar titulares por sus elecciones. Pero esta vez lo hace de una manera muy distinta: planificando cada aparición al detalle. Algo que ha quedado especialmente claro tras la promoción de su última película, Ponte en mi lugar de nuevo (Freakier Friday), la secuela de la mítica comedia que protagonizó junto a Jamie Lee Curtis en 2003, que llega a los cines este viernes 8 de agosto.
Si bien es cierto que la intérprete regresó en 2022, recuperando su carrera tras años de desconexión en Dubái, con la película Navidad de golpe; es este último trabajo el que ha conseguido devolverle su sitio en Hollywood. Y no solo como intérprete, sino también como referente estilístico. Porque Lindsay Lohan ha entendido a la perfección cómo funciona hoy el juego: ya no basta con tener un papel protagonista, hay que destacar también fuera de la pantalla.
Y ahí es donde entra en juego Andrew Mukamal, el estilista que ha dado un giro total a su imagen y que ya sabe lo que es encumbrar a una actriz a lo más alto a través del vestuario, pues lo demostró con Margot Robbie.
El genio que convirtió a Margot Robbie en Barbie
Mukamal no necesita presentación en la industria de la moda. Este neoyorquino ha trabajado con estrellas como Zöe Kravitz, Hailey Bieber o Lily Collins. Pero su nombre saltó a la palestra cuando vistió a Margot Robbie durante toda la gira promocional de Barbie, en 2023. Juntos recrearon con precisión algunos de los looks más icónicos de la muñeca.
El estilista lo hizo aliándose con firmas como Versace, Chanel, Vivienne Westwood o Schiaparelli, y logró convertir una campaña de promoción en un fenómeno cultural digno de estudio. De hecho, llegó a publicar incluso un libro sobre ello: Barbie(TM): The World Tour.
Ahora, con Lindsay, su enfoque no ha sido tan literal, pero sí igual de inteligente. Juntos han apostado por un concepto más sutil, basado en la estrategia del method dressing: vestirse como una extensión del personaje que interpretan en la película que están promocionando, en este caso, Ponte en mi lugar de nuevo.
Un concepto que también han explotado otras actrices como Zendaya, con sus looks futuristas de Dune o los guiños al tenis en Rivales, orquestados por su asesor, Law Roach; o Ariana Grande con cada homenaje que hizo a Wicked, con fabulosos vestidos de princesa inspirados en la cinta.
Una nueva Lindsay Lohan, un nuevo estilo
La intérprete se ha rodeado de un equipo de peluqueros, maquilladores y su estilista para planear una estrategia que le ha salido redonda. Y es que en cada evento promocional de la película, ha dado que hablar con los conjuntos que ha llevado. Y no solo haciendo una referencia directa a esta ficción, como hizo durante la premier en Londres, con el vestido a medida firmado por Ludovic de Saint Sernin, una creación basada en aquel diseño que su personaje lleva puesto durante la escena final de la primera película.
También en Los Ángeles se enfundó en un vestido de Alta Costura de Miu Miu en rosa, que nos recordaba a aquel icónico lema de Chicas malas: Los miércoles vestimos de rosa. Consciente de que pocos motores hay más potentes en la moda que la nostalgia, repitió una estrategia similar, haciéndonos viajar a los 90, cuando apareció hace unos días recreando uno de los looks de Lohan, a quien daba vida en Tú a Londres y yo a California (1998).
La moda como trampolín hacia algo más grande
Este giro tan elegante como estratégico en su armario, no solo le aporta visibilidad en los medios o las redes sociales. Además de formar parte de una estrategia de imagen y publicidad de su trabajo, es también una gran jugada si hablamos de extender puentes para colaborar con firmas de lujo.
Porque en una industria donde las actrices que más campañas protagonizan son también las mejor vestidas en las alfombras rojas, tener un estilista con visión puede ser el primer paso para cerrar alianzas con grandes casas de moda. Es lo que ha ocurrido con Margot Robbie y Chanel, con Zendaya y Louis Vuitton, con Florence Pugh y Valentino. Y lo que podría pasar, perfectamente, con Lindsay Lohan si sigue por este camino.