Hace algunos meses comencé a salir con un chico. Una entrada furtiva a una fiesta y un par de bailoteos fue el comienzo donde surgió la 'chispa'. Después, bueno, es historia. Me pondría a describirooslo y podríais pensar "mujer, el chico lo tiene todo". Pero queridas, a la vida le encanta reírse un poco de nosotras de vez en cuando, y aquí os voy a confesar uno de los 'peros' de mi novio (uno de ellos, porque tiene muchos, no vayáis a pensar que el muchacho es perfecto…): es un hombre que no viste… especialmente bien. Bueno, tal vez he sido muy brusca en esta afirmación, así que la reformularé: no es que no vista bien, viste bien -y cada vez mejor, ejem-, pero digamos que no es un hombre al que le preocupe demasiado la moda.
Claro, hay que reconocer que la ironía tiene su gracia: yo, que siempre me ha apasionado la moda y ahora me dedico 100% a ella, y él, un ingeniero que un día puede recogerte para ir a tomar una caña y aparecer vestido de pies a cabeza con todas las prendas verdes que debe tener en su armario, y decirte, como única respuesta que, sencillamente, no ha encendido la luz para vestirse (true story).
Reflexionando sobre este tema de las relaciones y la cabida de la moda dentro de ellas, me viene a la mente el fenómeno de Brad Pitt, que en cada relación que ha tenido a lo largo de su vida (con Jennifer Aniston, Gwyneth Paltrow, Angelina Jolie…), adopta el estilo de sus parejas e incluso, llega a parecerse físicamente a ellas. O, por otro lado, y desde un ámbito más cercano, pienso en el caso cada vez más frecuente entre mis amigas que deciden tomar los mandos de los armarios de sus novios y moldearlo a su gusto. Y así, como resultado, sus novios acaban vistiendo más o menos con el mismo estilo que ellas.
Una no puede sino plantearse hasta qué punto es lícito o sano intentar cambiar a tu pareja, aunque sea incluso en algo tan meramente "superficial" como es la forma de vestir. Se supone que uno se enamora de la persona, ¿no? Pero, por otro lado, ¿no es cierto que la persona también es lo que se ve desde fuera y no podríamos enamorarnos si no nos atrajese su exterior? Si nos empeñamos en cambiar cómo viste, ¿no estaremos intentando convertirlo en alguien diferente?
Dentro de esta vorágine de interrogantes sobre la pareja y la imagen, recurrimos a una experta en psicología e imagen, Camila Donoso, para que nos ayude a esclarecer el fenómeno de por qué algunas parejas, después de cierto tiempo saliendo juntos, terminan vistiendo con el mismo estilo. ¿Es la chica que ha logrado su objetivo de vestir a su novio como ella quiere o hay algo más detrás? ¿Es un fenómeno psicológico o responde a una forma de vínculo emocional?
Vestir igual que tu novio no es una coincidencia
"La moda es, entre muchas otras cosas, un fenómeno social, que se entrelaza con la cultura, la economía, la música que escuchas, los amigos que tienes… es inevitable que se introduzca también en el ámbito sentimental", comienza Camila. La psicóloga reivindica la moda como una forma de comunicación no verbal, donde cada decisión que se toma transmite mensajes sobre la propia identidad, "es una forma de exponer al exterior lo que tenemos en el interior". En el fenómeno de las parejas que terminan vistiendo con el mismo estilo, argumenta que no es un suceso únicamente anecdótico, sino que responde a una necesidad de pertenencia, natural de los seres humanos. "Hablamos del mimetismo social, o del efecto camaleón", nos explica.
"Cuando se crea un vínculo de pareja -suele ser alrededor de los seis meses-, que es tan íntimo y personal, es natural una tendencia a cierta imitación automática, una alineación de hábitos, de gustos compartidos", explica la psicóloga, y añade que, al comenzar una relación de pareja, se cambian las rutinas, pueden cambiar incluso los gestos, la forma de hablar. "Por ende, puede que ese cambio se vea también en la manera de vestir, como una forma de adaptarme al otro". Eso refuerza la sensación de que existe un 'nosotros' frente a un 'yo', un deseo que es sano en las parejas, natural, y beneficioso. "Se generan inconscientemente sentimientos positivos hacia el otro, porque se crea afinidad, complicidad".
En contraposición, la psicóloga también reincide en el papel de las redes sociales como detonantes de este fenómeno y advierte de sus posibles connotaciones negativas. "Las redes sociales han trastocado mucho el concepto de las relaciones. La fiebre de que todo se vea aesthetic, de los couple goals, de que todas las fotos se vean idílicas. Hay una presión sobre las parejas de mostrarse perfectas que no existía antes".
Camila argumenta que, desde el punto de vista psicológico, no es sano forzar a tu pareja a vestir según tu propio gusto, contraponiéndose a la autonomía y la individualidad del otro. "Si esa evolución hacia un estilo más parecido surge de forma natural e inconsciente, no pasa nada, pero si supone una pérdida total del propio estilo y responde a una forma de control de tu pareja sobre ti, entonces eso no es sano".
Así que, queridas amigas, lo estáis haciendo mal -y puede que incluso sea un poco tóxico, red flag-, si vuestro novio quiere tomarse algo con vosotras y llevar una camisa de lino azul con pantalones de hacer deporte, deberías dejarle...