Lo entendemos: hace 35 grados a la sombra, la piel pide lino y tirantes. Aunque los vestidos ligeros de verano son el uniforme no oficial de agosto -vaporosos, sin mangas, con escote y perfectos para caminar cómodamente por el paseo marítimo- hay contextos en los que ni el termómetro ni nuestra necesidad de salir guapísimas en las fotos de las vacaciones justifican su uso. Porque sí, también existe un protocolo FASHION para dichos casos.
Estoy aquí para asegurarte que se han inventado alternativas igual de frescas (y mucho más apropiadas) que un vestido de playa con las que verte bien en agosto sin sacrificar tu comodidad. Lo digo por experiencia: tengo mi armario lleno de ellos, pero en estas situaciones son un "NO".
1. En una videollamada de trabajo
Sí, tu jefe también está conectándose a la reunión desde la playa. No, eso no te da vía libre para presentarte con un vestido de tirantes y gafas de sol sobre la cabeza. Por la misma razón pixelas el fondo en un intento de mantener las formas, pues se trata de una videollamada de trabajo y no de colegueo, deberías vestirte (al menos la parte de arriba) como si fueses presencialmente a la oficina.
Está claro que los códigos se relajan con el teletrabajo y ningún sentido tiene que te pongas una americana de lino, pero nada te cuesta optar por una camiseta básica o un vestido camisero, que si bien es muy fresquito y ligero tiene un aspecto mucho más elegante.
2. Si visitas un templo o iglesia (aunque solo sea por turismo)
Ya sea en tu pueblo, en una boda o en plena ruta por Sicilia, hay lugares que piden cubrir hombros y escotes. Los vestidos tipo slip, tan perfectos para el chiringuito, no son bienvenidos aquí, y tampoco aquellos confeccionados con tejidos tan finos que pueden transparentarse un poco cuando les incide la luz. ¿Nuestro truco? Llevar siempre un pañuelo bonito o una sobrecamisa de lino en el capazo para improvisar un estilismo más respetuoso y estiloso por partes iguales.
3. En un avión
Quizá te parezca lo más lógico, tratando de eludir a toda costa los vaqueros confiables que te suelen acompañar siempre que vas al aeropuerto en los meses de frío y entretiempo, pero ojo: los vestidos playeros, como el de tirantes espagueti que usas para ir de la toalla al bar, dan una impresión demasiado informal y hasta pueden resultar incómodos si estás cargando bolsos, llevando maletas y gestionando tarjetas de embarque, pasaportes, entre otras diligencias propias de cualquier viaje. Te recomiendo que vayas, en su lugar, con unas bermudas denim o unos pantalones de lino. ¿Estás a punto de perder el vuelo? Podrás correr o subir escaleras a toda velocidad sin preocuparte.
4. Un museo o galería de arte
Seguramente te estés imaginando un look de lo más 'boho chic' para hacer juego con este planazo cultural. Lo que no has tomado en cuenta es que el aire acondicionado estará tan fuerte como en una cámara frigorífica. Al fin y al cabo, responsabilidad de los museos preservar las obras que alojan, algunas valoradas en millones de euros, por lo que la temperatura debe permanecer estable... ¡a nivel glacial!
Resultado: piel de gallina, brazos cruzados todo el rato y mucho arrepentimiento del momento en que decidiste ponerte ese vestido fluido tan bonito. Por suerte, no tienes que volver a casa a cambiarte. Llevar una chaqueta ligera en el bolso suele ser la solución más fácil en estos casos.
5. En una cena elegante (y sí, también en la playa)
Hay vestidos de verano y vestidos para las noches de verano. No es lo mismo. Si en tus planes está ir a un restaurante o bar en el que las copas cuestan más que el vuelo de ida, ese vestido de algodón arrugado no forma parte del dress code. Lo mismo puede aplicar a una cena romántica a la luz de las velas, con el sonido de las olas del mar como banda sonora. Decántate por diseños con volantes, bordados o algún toque más especial o, si eres más minimalista, llévate en la maleta un lencero midi de satén.