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anouk yve© anoukyve

Ya no quieres llevar tacones altos y no es casualidad: hay una razón psicológica que lo explica

Hablamos con dos expertos para entender el fenómeno en el que estás inmersa sin saberlo


15 de julio de 2025 - 6:00 CEST

No es que llevar pintalabios rojo sea literalmente sinónimo de crisis, pero sí ha sido, históricamente, un gesto de resistencia, poder y afirmación femenina en tiempos difíciles. Sucedió durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las mujeres lo llevaban como un símbolo de moral alta y desafío ante la adversidad. Salvando las distancias, algo similar ocurre hoy: ese gesto simbólico ya no está en los labios, sino en los pies. Cada vez más mujeres optamos por tacones más bajos y cómodos frente al clásico stiletto de 12 centímetros, tanto para ir a la oficina como para asistir a una boda.

Livia Auer© livia_auer

Este cambio de paradigma, con el que seguramente te sientes identificada, nos ha llevado a preguntarnos si existe una razón psicológica o social que explique este comportamiento. Para entender qué está sucediendo, hemos hablado con dos expertos que nos ayudan a analizar este fenómeno. 

María Redondo Solance, profesora de Historia del Traje y Sociología de la Moda, lo tiene claro: “En un contexto de crisis económica influye mucho la forma en la que consumimos moda. Nos alejamos de la idea de comprar por comprar, incluso si es barato, porque las prioridades cambian. Optamos por piezas más cómodas y neutras, porque no nos sentimos tan seguras como para lanzarnos a la supertendencia. Vivimos un momento en el que el estrés, el consumismo y la necesidad de llegar a todo nos han hecho parar y reflexionar si ese ritmo nos hace realmente felices. Por eso queremos volver a lo esencial, al minimalismo”, explica.

blanca arimany© blancaarimany

Por su parte, Aitor Salinas, periodista y docente de Comunicación de Moda en el Istituto Europeo di Design (IED) de Madrid, coincide en que también hay un componente de sensibilidad colectiva. “A nadie le apetece ir de manera muy extravagante en una época de malestar generalizado. Como se diría en inglés: you need to read the room”, apunta. Y aunque admite que comprar ropa es, en parte, un capricho, defiende que incluso en tiempos de crisis podemos practicar un consumo más consciente. “Muchas veces no necesitamos todo lo que compramos”, añade.

influencer© oliviatps

Paradójicamente, señala, en épocas de recesión las marcas de lujo tienden a subir sus precios y desmarcarse aún más del consumidor medio. “Por ejemplo, lo primero que lanzaron las hermanas Olsen al crear The Row fue una mochila de cocodrilo de 11.000 dólares. Precisamente porque querían que su marca estuviera a prueba de recesiones”, recuerda. 

La moda es también una herramienta emocional. “La ropa y los complementos nos hacen sentir cosas, tanto físicas como emocionales”, continúa Redondo Solance. “Hay prendas que nos hacen sentir bien, revivir momentos y lugares en los que fuimos felices. El calzado, en particular, es clave en este sentido. Si lo que llevas te resulta cómodo, agradable y te hace sentir bien, puede condicionar todo lo demás”.

influencer con falda de lunares y tacones© leasy_inparis

Entonces, ¿qué hay detrás de que muchas mujeres prefieran ahora un tacón bajo antes que un stiletto de vértigo? “Principalmente, la comodidad”, responde. “Nos hace sentir más activas, más seguras, incluso empoderadas”. Este cambio no solo es estético, sino que habla de una transformación en nuestro estilo de vida. “Un ejemplo claro es la normalización de las zapatillas deportivas en entornos muy distintos a aquellos para los que fueron creadas originalmente”, apunta la experta.

street style© Launchmetrics Spotlight

Desde los bastidores de la industria, Aitor Salinas observa también cómo esa evolución se ha reflejado en el diseño. “En los últimos años, la moda ha empezado a estar dirigida por más voces femeninas en puestos de poder creativo. Los 2000 estuvieron dominados por figuras como Tom Ford, Galliano, McQueen o Marc Jacobs, mientras que ahora diseñadoras como Maria Grazia Chiuri, Virginie Viard o Sarah Burton han impulsado un enfoque más práctico y cómodo, que atiende a las necesidades reales de las mujeres, no solo a lo estético”.

marta vidaurreta© martavidaurreta

Hace unas décadas, subirse a unos tacones imposibles era una forma de escalar socialmente. Hoy, el símbolo ha cambiado. “En los 2000, una mujer que iba en zapato plano a la oficina era vista como alguien que se había rendido. Se esperaba que soportara el dolor del tacón como parte de su identidad profesional o femenina. Pero hoy, exigirle a una mujer que lleve tacones de 9 centímetros es casi barbárico. Es, de algún modo, el mismo relato que vivimos con el corsé”, reflexiona Salinas.

Claire Rose© clairerose

María Redondo concluye que la gran diferencia ahora es que podemos elegir lo que queremos ponernos y sentirnos igual de auténticas. “Aunque la ropa siga influyendo en cómo nos sentimos, el empoderamiento es algo que viene de dentro, no necesitamos reafirmarlo con un taconazo”. La vuelta del zapato plano no es una señal de fatiga emocional, sino de una generación más libre, que decide qué quiere lucir al margen de lo que históricamente se consideró ‘correcto’.

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¿Es la moda un reflejo del estado emocional colectivo? ¿Podemos leer el presente a través de nuestros zapatos? Para Redondo, no hay duda: “La moda es un espejo de lo que sucede en la sociedad. Y el calzado que usamos, una forma de entender cómo vivimos”. 


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