Muy cerca de Innsbruck, en un recóndito pueblo llamado Wattens en el corazón del Tirol, en Austria, se esconde un lugar encantado. Este pueblecito, de apenas 8.000 habitantes, guarda un pequeño gran “secreto”: acoge desde 1895 la fábrica de Swarovski. Han pasado ya 130 años desde que su fundador, Daniel Swarovski, originario de Bohemia, se propusiera crear “un diamante para todo el mundo”, produciendo cristales asequibles. ¡Y lo consiguió! Desarrolló una máquina revolucionaria para cortar cristal con precisión, pero esta requería una fuente de energía potente y constante, y Wattens resultó el lugar idóneo porque ofrecía abundante energía hidroeléctrica, gracias a los ríos alpinos cercanos. Además, la ubicación remota de este enclave ofrecía aislamiento y ayudaba a proteger los secretos industriales.
El dominio y maestría en la talla y el corte del cristal del señor Swarovski, unidos a su perseverancia, lo llevaron a convertirse en todo un referente de éxito. Y el resto, ya es historia.
Así es su manufactura
Ha pasado más de un siglo desde la creación de estos primeros cristales y, aunque hoy la experiencia de sumergirse en su universo es completamente distinta a la de entonces, todavía se respiran la esencia y los valores originales de la firma en cada rincón de la manufactura, ahora un edificio renovado de más de 7.500 m². Cruzar la puerta de su moderna central es hacer un viaje a un espacio futurista. La creatividad y la innovación son mantras constantes en el día a día de sus más de 300 trabajadores.
En este gran edificio acristalado (nunca mejor dicho), cargado de luz natural y con imponentes vistas a las montañas austriacas, cuentan con la última tecnología, pues todas las máquinas son diseñadas y fabricadas por la propia empresa atendiendo sus necesidades. Así que no es ambicioso ni descabellado decir que prácticamente cualquier sueño es posible y materializable en estas cuatro paredes… ¡A las pruebas nos remitimos!
A lo largo de sus más de 100 años de historia, clientes y diseñadores, desde Charles Frederick Worth -el padre de la Alta Costura- a Jean Paul Gaultier, pasando por Elsa Schiaparelli, Alexander McQueen o Thierry Mugler, han colaborado estrechamente con la firma para dar rienda suelta a su creatividad e incorporar estos icónicos cristales a sus diseños.
El ambiente de la manufactura de Swarovski es tan deslumbrante como meticuloso. Además de las increíbles maquinarias y espacios de trabajo, el edificio está repleto de muebles y vitrinas con cientos de cajones que guardan verdaderos tesoros. Cada uno alberga muestrarios cuidadosamente organizados, con cristales de todas las tallas, formas y colores imaginables. También podemos encontrar piezas de archivo que cuentan la historia de la marca, testigos silenciosos de décadas de innovación, precisión y arte en la creación de cristales.
Mundos de cristal, el museo del universo Swarovski
Pero el universo Swarovski no se queda ahí. Aunque desafortunadamente solo unos pocos privilegiados hemos tenido la suerte de poder visitar la manufactura, el gran público puede entrar en contacto con este mundo en Kristallwelten. En 1995, con motivo de su centenario, la firma inauguró este museo que, literalmente, significa “mundos de cristal” y ahora se ha convertido en una de las mayores atracciones turísticas de Austria. En él, al pie de las montañas tirolesas, se puede vivir toda una inmersión sensorial en el universo del cristal. Desde su apertura, 17 millones de visitantes se han quedado prendados por las fascinantes cámaras de las maravillas, diseñadas por artistas internacionales como James Turrell, Yayoi Kusama o Fernando Romero, que interpretan y utilizan el cristal de diferentes maneras.
Y, como la ambición y las ansias de expansión de la firma no conocen límites, acaban de ampliar el museo con una nueva sala, “Crystallizing identity” diseñada por la artista japonesa de performance e instalaciones Chiharu Shiota. Su obra es un homenaje a la individualidad y a las relaciones con los demás. Hace referencia a la leyenda japonesa del hilo rojo, una historia transmitida de generación en generación que representa la idea de que aquellos que están destinados a encontrarse permanecen unidos a lo largo de sus vidas por invisibles hilos rojos. Hemos podido hablar con la creadora para conocer de primera mano los detalles de esta nueva instalación, que promete convertirse en una de las favoritas de los visitantes.
¿Qué significa para ti exhibir en la Cámara de las Maravillas de Swarovski?
Es un honor. Ya cuentan con artistas increíbles, como Salvador Dalí, Yayoi Kusama y James Turrell. Me alegra formar parte de esta colección. Nunca había usado cristales, pero los encuentro fascinantes porque son a la vez delicados y fuertes, como la vida.
¿Qué es lo que más admiras de Swarovski?
Me impresiona la técnica que desarrollaron para crear sus cristales. Cuando visité el espacio de exposición, me mostraron todo el proceso de fabricación, y me pareció verdaderamente fascinante.
¿Cuál es la inspiración detrás de esta exposición?
Primero necesitaba visitar el espacio de exhibición para ver qué era posible hacer allí. Cuando vi al gigante verde de la entrada, me inspiró para crear algo en torno al misterio de la vida. Aunque a menudo pensamos que nuestras experiencias son únicas, estamos inherentemente conectados. Es una parte fundamental de la vida humana estar en conexión con los demás.
¿Cuál fue el mayor reto a la hora de planificar la instalación?
Nunca había usado cristal antes; fue un reto pensar cómo podía combinarlo con mis materiales. Sentí como si estuviera teniendo una conversación con el material. Los cristales añaden algo nuevo al sentimiento de conexión que quiero expresar en mi obra. No se trata solo de la belleza del cristal, sino de algo más profundo.
¿Qué mensaje intentas transmitir? ¿Cuál es el significado detrás de tu obra?
La instalación se centra en la identidad y en mi experiencia personal cuando, a veces, no puedo verme a mí misma. Cuando vivía en Japón, no me cuestionaba mi identidad. No me sentía japonesa porque todos a mi alrededor tenían la misma educación cultural. Me sentía como sal disuelta en agua. Solo después de mudarme a Alemania y conocer personas de diferentes nacionalidades y orígenes, pude verme a mí misma. Fue como si el agua se evaporara y pudiera ver mi identidad con total claridad. Todo mi trabajo comienza con un sentimiento personal, pero quiero expandirlo hacia algo universal con lo que la gente pueda identificarse.
¿Qué te inspira?
Me inspiran la vida, mis emociones y mis experiencias. La mayoría de mis ideas vienen a mí cuando viajo, especialmente cuando estoy en nuevos entornos y paisajes. A menudo viajo por mis exposiciones, y durante esos momentos tengo espacio para pensar y conectar con mis sentimientos.
¿Crees que la moda y el arte van de la mano?
Sí, ambas son formas de creación. Sin embargo, creo que el arte es más complejo, ya que no necesita considerar al usuario ni ser práctico. La moda se siente un poco más limitada en ese sentido, pero el proceso creativo es muy similar. Al final, sí van de la mano.
Además de visitar el fascinante mundo de Swarovski Kristallwelten, la región de Hall-Wattens en Tirol, Austria, ofrece una amplia gama de actividades para todos los gustos. Puedes explorar el encantador casco histórico de la ciudad Hall in Tirol, conocida por su arquitectura medieval, su museo de la Casa de la Moneda, el Castillo Hasegg… Los amantes de la naturaleza podrán disfrutar de vistas panorámicas impresionantes en excursiones por los Alpes de Tux, el Parque Natural Karwendel, el lago Achensee, el glaciar de Stubai o el Parque Nacional Hohe Tauern. En invierno, la zona se transforma en un paraíso para los apasionados del esquí y el snowboard, con estaciones cercanas como Glungezer. Y, por supuesto, no hay que dejar de visitar la gran capital del Tirol, Innsbruck. Una región vibrante que combina a la perfección naturaleza, cultura, historia y modernidad en un entorno de ensueño.