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Kioto, Palm Springs, Barcelona... Ya son 10 los espectaculares destinos elegidos por Nicolas Ghesquière para desvelar sus colecciones Crucero cada año, pero estas decisiones no son fortuitas. El director creativo de Louis Vuitton tiene siempre una profunda conexión con el lugar. ¿Y qué nos trae hasta Aviñón? Regresamos a su patria, al sureste de Francia. Durante la Edad Media, esta localidad de Provenza fue sede papal, como actualmente lo es la Ciudad del Vaticano; en este Palacio de los Papas se celebraron 6 cónclaves, así que no pudo haber escogido un escenario más representativo de nuestros tiempos.
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Así fue el desfile Crucero 2026 de Louis Vuitton en Aviñón
En el año 2000, cuando aún estaba al mando de Balenciaga, Ghesquière viajó a Aviñón para asistir a una exposición de arte contemporáneo en el Palacio de los Papas. Investigando, descubrió que esta imponente estructura gótica del siglo XIV, que ahora es Patrimonio Histórico de la UNESCO (celebra su 30 aniversario en 2025), alberga un reconocido festival de teatro. Así surgió la idea de llevar la pasarela al patio de butacas o, mejor dicho, las butacas a la pasarela, como le hubiera gustado a Pirandello. Una intercambio de roles intencional.
Y aquí nos encontramos, en una noche especialmente fría de primavera, sentadas sobre el brillante terciopelo rojo de los asientos hechos a medida, que dan un golpe de color al patio de honor del palacio. Tras encenderse gradualmente las luces de la pasarela, instalada específicamente para el evento, Ghesquière volvió a presumir de su eclecticismo, combinando detalles históricos con diseños vanguardistas, pensados para la mujer dinámica de Louis Vuitton.
Su visión retrofuturista se materializa en 45 looks dramáticos que nos sumergen en una fantasía medieval, reinterpretada con un enfoque absolutamente moderno.
El juego de contrastes es protagonista, desde cómo se contraponen el cuero o la madera oscura con las aplicaciones de pedrería en las sandalias de caña alta (calzado estrella de la colección) hasta el trabajo intricado de patchwork en tonos morados, naranjas o metalizados. El uso exquisito pero estratégico del dorado, reminiscente de los frescos de Giovannetti que adornan las salas del palacio, nos sitúa en el ambiente.
Capas de lana con patrones geométricos, vestidos tipo armadura al estilo de Juana de Arco o blusas vaporosas de mangas afaroladas se conjuntan con prendas más ponibles, dando con esa sinergia propia de los diseños de Ghesquière.
En la Edad Media, el brocado era un tejido de lujo, generalmente hecho de seda con hilos de oro o plata, por lo que simbolizaba riqueza. Es propósito del diseñador francés traer a tierra firme todas esas técnicas para ponerlas al servicio de la moda actual: se plasma en sus preciosos abrigos cortos de cuello con pelo, los voluminosos vestidos de formato camiseta e incluso en algunos de los bolsos icónicos de Louis Vuitton, como el Alma o sus maletines insignia. La casa está en constante evolución.
Entre las asistentes al desfile, encontramos a embajadoras tan queridas de Louis Vuitton como Emma Stone, Sophie Turner, Cate Blanchett o la española Vicky Luengo, pero fue Brigitte Macron, primera dama francesa, la que llamó especialmente nuestra atención cuando escapó de su asiento en la primera fila (con permiso de Ghesquière, por supuesto) para darle dos besos al modisto en pleno cierre del espectáculo. No solo es fiel clienta, una de las mejores exponentes de la artesanía francesa ante el mundo, sino íntima amiga.
Los preparativos para el desfile se realizaron varios meses antes del fallecimiento del papa Francisco y el consiguiente nombramiento de León XIV como su sucesor, reforzando así nuestra teoría de que Ghesquière, quien sueña con una tecnología que nos permita viajar en el tiempo, tiene el don místico de anticiparse al futuro.
Como parte de su contribución a la conservación del patrimonio local, Louis Vuitton financiará la renovación del sistema de iluminación de las fachadas del Palacio de los Papas, así como de otros edificios históricos cercanos. Esta acción refuerza el compromiso de la firma con la puesta en valor de los escenarios que selecciona para sus presentaciones.