Viajes

Castilla-León

Un recorrido por el cañón del Ebro

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Conjunto urbano con varios palacios barrocos blasonados.


Ventana de la ermita de Castrosiero.


EL PUEBLO DE LOS ESCUDOS

A la altura de Pesquera, el cañón se ensancha y sus escarpadas paredes se suavizan. Esta señorial localidad sorprende al caminante con un inesperado conjunto urbano, cuajado de palacios blasonados de los siglos XVI, XVII y XVIII. En la calle de Abajo, por la que discurre la ruta, se localiza un palacio en el que aún es visible una inscripción que ilustra sobre las licenciosas y pícaras costumbres de sus moradores.

A la salida de la localidad, tras calmar la sed en la fuente situada junto a la iglesia, hay que atravesar el río por un magnífico puente medieval y continuar un pequeño tramo por la carretera. Dejando a la izquierda la pista asfaltada que se introduce en el valle de Zamanzas y a unos cuantos metros del cruce —a la derecha de la carretera—, es sencillo localizar la señalizada y bien marcada senda que enfila hacia Cortiguera.

Sin ningún problema se alcanza la pista de tierra que por la derecha conduce a Cortiguera. Tras bajar y subir las laderas del barranco del Molinillo, el camino llega a las primeras casas del pueblo. Cortiguera es un lugar semiabandonado, que en los siglos XVII y XVIII gozó de una gran prosperidad. Impresiona recorrer sus calles invadidas por la vegetación y contemplar sus nobles casas desafiando el paso del tiempo. Al final del pueblo existe un precioso rincón con dos grandes palacios, coronados por sendos y soberbios escudos barrocos, y una fuente. En este noble pueblo situó Miguel Delibes la acción de su famosa novela «El disputado voto del señor Cayo».

UN PRIVILEGIADO MIRADOR

Para continuar el paseo hay que salir de Cortiguera, desde las traseras de su abandonada iglesia, por el camino de Valdelateja, que avanza paralelo al borde superior del Cañón del Ebro. Poco después se localiza un mirador natural desde el que se divisan unas impresionantes panorámicas de los meandros que forman el curso del río. El camino está sombreado en esta zona por centenarios ejemplares de quejigo y arce, entre los que crecen aislados algunos ejemplares de hayas.

Al llegar a la primera bifurcación es preciso tomar el sendero señalizado que parte hacia la derecha y que, de una manera rápida y espectacular, conduce de nuevo a Valdelateja.

Si todavía se conservan fuerzas, merece la pena acercarse al despoblado de Siero, situado en una impresionante peña aislada por todos sus lados y elevada unos 200 metros sobre el nivel del río Rudrón. En su cima destaca la ermita de las santas Centola y Elena. De época tardovisigoda, en el santuario se aprecia una modesta ventana con arco de herradura culminada al exterior con una inscripción que ilustra sobre el año en que fue fundado.

Prohibida su reproducción total o parcial. ©2006 Hola, S.A.

  

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