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Castilla-León

Un recorrido por el cañón del Ebro

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Pueblo ubicado en pleno cañón del Ebro.


El río Ebro ha tallado, a su paso por el Noroeste de Burgos, un espectacular cañón calizo que, en algunos puntos, alcanza más de 250 metros de profundidad.


En el mismo pueblo de Valdelateja hay que cruzar el río Rudrón por un puente de piedra, junto al que se localiza una fuente, y encaminarse hacia su iglesia parroquial. Detrás de la misma nace la senda —señalada en todo momento con tablillas de madera— que se debe seguir para adentrarse en el cañón. En unos minutos es fácil acercarse hasta la desembocadura del Rudrón en el Ebro.

Una vez superada la confluencia entre los dos ríos y sus respectivas gargantas, la senda se interna definitivamente en pleno Cañón del Ebro. Unos cuantos millones de años les ha costado a estas aguas tallar en las rocas calizas del Cretácico Superior un profundo desfiladero que, en algunos puntos, supera los 250 metros de profundidad. En su colosal empresa, el río ha contado con la inestimable ayuda de una intensa erosión de origen cárstico.

Las laderas del cañón están tapizadas por un denso bosque en el que se encuentran sobre todo quejigos, encinas, arces, enebros y alisos. Y, en las zonas más umbrías, surgen solitarias algunas especies mucho más necesitadas de humedad: acebo, tejo, haya y madroño.

CENTRAL DE EL PORVENIR

El sendero permite conocer igualmente el bosque de ribera, que escolta al Ebro a lo largo de su recorrido. Alisos, chopos, sauces, tilos y fresnos, entre otras especies, forman una auténtica e impenetrable muralla que, en algunas zonas, ha favorecido el desarrollo de una variada comunidad faunística. Entre los mamíferos destacan el jabalí y el corzo, pero las estrellas son las nutrias, que encuentran refugio en las orillas del río. Las aves, sobre todo las rapaces, disfrutan en este enclave de uno de sus más importantes santuarios. A la abundancia de buitres leonados hay que sumarle la presencia de alimoches, búhos reales, halcones peregrinos, águilas reales e, incluso, alguna de las últimas parejas españolas de águila perdicera.

Muy pronto se llega a una pasarela de cemento por la que hay que cruzar las aguas. En la otra orilla se localiza una central hidroeléctrica con más de cien años de historia, El Porvenir. Ahora, con el río a la derecha, es preciso continuar por el camino que enfila hacia Pesquera de Ebro. La senda discurre siempre entre una espesura de encinas, carrascas y quejigos, de los que en su día se obtenía un excelente carbón vegetal.

Prohibida su reproducción total o parcial. ©2006 Hola, S.A.

  

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