Si el entorno que rodea a Can Buch es privilegiado: montañas, vistas infinitas, caminos y ermitas para explorar, en el alojamiento reina el buen gusto. Cada una de sus habitaciones es distinta –dobles, triples y hasta séxtuples–, dominan los colores suaves que le dan calidez y llevan los nombres de árboles del territorio. Las paredes son de barro, el techo de bóvedas catalanas de céramica, los suelos, de adobes de La Bisbal, y la pintura, de cal natural. Y entre sus instalaciones cuenta con un hammam para disfrutar en privado, piscina natural y zona chill out.
Del glamping a los viajes sostenibles, cada vez más viajeros eco
Mención destacada merece el restaurante, cuya filosofía es compartir la vida en el campo y conseguir la autosuficiencia, por eso la mayor parte de los productos con que elaboran los platos son del huerto ecológico propio y el resto provienen de productores de proximidad. Y con los residuos se alimenta el ganado y se hace compost para enriquecer la tierra.