Al ingresar a este emblemático hotel, la sensación fue instantánea: este lugar ofrecía la combinación perfecta de historia, lujo y exclusividad. Con techos altos y suites espaciosas, el Palazzo Domenico irradiaba un aura de singularidad, habiendo alojado a personalidades icónicas desde Audrey Hepburn y Greta Garbo hasta Elizabeth Taylor, Sophia Loren o Richard Burton; aristócratas europeos, escritores como Oscar Wilde o Thomas Mann e industriales como J.P. Morgan Jr. y el segundo barón Rothschild. En definitiva, este destino hotelero se convirtió en la representación física de los privilegiados, del selecto 1% de la sociedad, aquello que The White Lotus satiriza y cuestiona.