El espectáculo está servido en la playa de Sanlúcar

Cuando cae la tarde y baja la marea, los caballos sobrevuelan la arena de esta localidad gaditana. Es un evento de nivel, no en vano está declarado de interés turístico internacional. Tienes que verlo.

por hola.com

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Cuenta la mitología que cuando el dios Febos llegaba a la costa de Sanlúcar de Barrameda desenganchaba los caballos de fuego de su carroza para descansar. Más realistas, los historiadores atribuyen sus inicios a las carreras que hace siglo y medio realizaban los caballos para acarrear el pescado, aunque otros descartan esta hipótesis porque aquellas eran de resistencia y no de velocidad al estilo inglés. Sea cual sea, lo cierto es que una vez más el espectáculo está servido, y además parece tener vocación de futuro, porque hasta los niños organizan apuestas montando originales casetas sobre la playa.

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Desde los palcos o desde la arena, las carreras se convierten en la cita por excelencia del verano. Las carreras tienen que coincidir con una buena bajamar para que los caballos puedan competir por la playa con orilla suficiente- en este hipódromo salado que es la arena mojada que se extiende entre las playas de Bajo de Guía y Las Piletas.

El espectáculo, en el que participar los mejores jinetes, suele empezar sobre las seis y media de la tarde, aunque también viene determinado por las mareas, y concluye en torno a las nueve y media de la noche con más de 30.000 personas disfrutando del momento: los caballos galopando por la orilla al caer el sol y con el Parque Nacional de Doñana al fondo.

Después de asistir a este acontecimiento deportivo, turístico y social, hay que conocer Sanlúcar de Barrameda, una ciudad señorial enclavada en la desembocadura del Guadalquivir y muy marcada por el descubrimiento del Nuevo Mundo, ya que desde aquí partió Cristóbal Colón en su tercer viaje a las Américas y también Magallanes en su primera vuelta al mundo. Y cómo no disfrutar de una copa de manzanilla, el vino por excelencia de la tierra, y los langostinos de Sanlúcar. No hay mejor guinda para esta escapada.