(Croacia)

Las maravillas de la costa adriática

Por Hola.com

Se ha convertido en muy poco tiempo en uno de los lugares turísticos más de moda y, por ende, en una de las más férreas competencias de países como España, Francia, e incluso, Italia, que durante mucho tiempo han ostentado la etiqueta de destinos mediterráneos por excelencia. Y no es de extrañar, sus maravillosas playas, sus increíbles paisajes, su incipiente infraestructura hotelera, la amabilidad de sus gentes y, sobre todo, que los precios son mucho más económicos son razones más que suficientes para que el turista ‘avezado’ ponga rumbo a este país de la costa adriática. Aquí encontrará maravillosas ciudades y pueblos, además de un rosario de bellísimas islas para conocer.

Hace ya algún tiempo, unos cuantos famosos, entre ellos, Steven SpielbergSharon Stone o Clint Eastwood pusieron sus ojos en este rincón de Europa; incluso, uno de los grandes gurús del submarinismo científico, el célebre Jacques Cousteau, llegó a decir que el Adriático tenía las aguas más limpias del mundo; si a ello unimos sus maravillosos bosques de pinos, sus extensos campos de olivos, sus magníficos viñedos y los encantadores pueblecitos pesqueros que jalonan su costa, no resulta difícil imaginar por qué se ha convertido en uno de los destinos más deseados.

Dubrovnik

Bernard Shaw la bautizó como la ‘Perla del Adriático’. Y no le faltaba razón. Situada al sureste de Croacia, a orillas del mar y disfrutando de su benéficas brisas templadas, la ciudad está rodeada por una muralla, perfectamente conservada, que la ha protegido durante setecientos años. Un paseo alrededor de ella permite gozar de singulares vistas: preciosos jardines que expanden un delicioso aroma a jazmín, limoneros, viñedos, algún que otro gato remoloneando al sol sobre los tejados de las casas y un horizonte de cúpulas y torres que pertenecen a las históricas iglesias y monasterios de la ciudad.

Dubrovnik se ordena en una cuadrícula perfectamente delimitada, dentro de la cual destaca una de las calles más hermosas que se puedan contemplar: la Stradum. A lo largo de ella el viajero se encontrará, por ejemplo, con un monasterio franciscano que data del siglo XIV o con una de las farmacias más antiguas de Europa que, todavía hoy, sigue vendiendo sus propios remedios contra el dolor de cabeza; y se le apetece conocer el lugar de encuentro de los lugareños, dése una vuelta por el Pile Gate, la entrada principal de la ciudad; aquí jóvenes y viejos se reúnen en torno a una fuente que, antiguamente, servía para que los viajeros que llegaban a la ciudad se lavaran antes de entrar en ella.

Y un dato más: casi como si de un milagro se tratara, dentro de los muros de la ciudad el viajero no encontrará ningún hotel. Y es que no está permitida la construcción de ningún edificio moderno para preservar la armonía y el encanto de una ciudad que ha sido declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.

Korcula

Situada a unos 20 kilómetros de la costa adriática, a medio camino entre Dubrovnik y Split, esta isla podría ser considerada como una de las islas croatas que más mitos, héroes, monumentos y leyendas atesora. Para empezar, la historia local afirma que en ella se estableció el héroe troyano Antenor en el siglo XII antes de Cristo, mientras que la leyenda cuenta que en Korcula nació el famoso aventurero Marco Polo.

Sea como sea, lo cierto es que esta pequeña isla es famosa por sus espléndidos artesanos, especialmente canteros. Un trabajo que puede comprobarse en su magnífica catedral de San Marcos, que tardó en construirse unos 150 años. Pero independientemente de disfrutar de la arquitectura de sus edificios religiosos, de caminar por sus tranquilas calles empedradas, la isla ofrece un sinfín de atractivos: largos paseos entre bosques de pinos y viñedos o la práctica de la natación y el buceo en sus más de 200 calas y ensenadas vírgenes.

Brac

Es una de las islas más grandes de la costa dálmata y hace gala de poseer un rico patrimonio cultural que se expresa a través de sus monasterios, iglesias y museos, entre los que merece la pena destacar el museo de los dominicos, donde se puede admirar una Virgen con el Niño, obra de uno de los más grandes maestros venecianos de la pintura: Tintoretto.

Pero, además de sus atractivos culturales, cuenta con una bellísima playa, de nombre Zlatni Rat o “Cuerno de Oro” y en ella se puede disfrutar de una maravillosa jornada de sol y mar. Está situada muy cerca de Bol, un precioso pueblecito que se localiza en una de las hermosas ensenadas que jalonan la costa. Una costa que por sus especiales características han convertido a esta isla en una de las capitales del windsurf de Croacia.

Hvar

Muchos la consideran la isla más bonita de todas las que conforman la costa croata. Debido al exuberante manto verde que la tapiza ha recibido el nombre de la ‘Madeira del Adriático’. El pueblecito de Hvar destaca por el característico color dorado de sus centenarias piedras, una maravilla de época medieval en medio del Adriático donde se alzan palacios, casas señoriales, una magnífica catedral, St. Stjepan, y un teatro que data del siglo XVII.

Aunque el pueblo tenga aspecto de ser un ‘museo medieval’, no por ello está menos vivo. Merece la pena pasear por el puerto y sentarse a degustar una buena langosta en alguno de los encantadores restaurantes que lo pueblan.

Rovinj

Esta tranquila y preciosa localidad está situada en la costa oeste de la península de Istria. En sus empedradas calles puede apreciarse de forma clara la influencia que dejaron los venecianos, cuando arribaron a estas tierras en el siglo XIII para permanecer durante quinientos años. Toda la ciudad está dominada por la catedral de San Euphenia, desde cuyo campanario se obtienen unas vistas impresionantes del Adriático.

Posee bellísimas y escondidas calas donde poder practicar la natación o el buceo; eso sí, provéase de unas buenas zapatillas porque las playas aquí son de guijarros. A pesar de este pequeño inconveniente, la ventaja es poder disfrutar de una playa nada masificada, de aguas absolutamente cristalinas y, si tiene la suerte de poder alquilar un pequeño yate, podrá explorar las isletas que salpican sus aguas para disfrutar de un agradable día de picnic.

Y, por la noche, ponga el mejor colofón a una jornada marinera, degustando la riquísima gastronomía en alguno de los restaurantes de este hermoso pueblecito. Y, finalmente un dato curioso: el gran escritor Julio Verne ambientó muchos de sus relatos en los maravillosos paisajes de Rovinj. Y no es de extrañar, aquí el viajero disfrutará de unas vacaciones, sencillamente, inolvidables.