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Cataluña

Girona: una pequeña y armoniosa ciudad llena de historia

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Una de las estrechas y empinadas calles del centro de la ciudad.

Vista de la ciudad a orillas del río Onyar.

Girona nació sobre la Vía Augusta romana. Lugar de paso, fortificó su recinto reiteradamente para defenderse de bárbaros, bereberes y franceses, levantando altos lienzos de murallas sobre los muros de la iglesia de Sant Felíu, el claustro de la catedral y el monasterio románico de Sant Pere de Galligants. Desde lo alto de ellas resulta fácil rememorar asedios y batallas. Se pierde la cuenta de las veces que acamparon a sus puertas las tropas francesas. Por suerte, San Narciso, Patrón de la ciudad, les envió moscas gruesas como gorriones que sembraron la muerte entre los asaltantes. En el núcleo histórico sobresalen los juegos geométricos de las iglesias. Se distinguen también algunos patios interiores de palacetes y las calles empinadas, que se pierden en la oscuridad. El resto es un mosaico de tejados, dispuesto al capricho de los siglos.

Poblaron estos caseríos gentes de toda condición. Así, el «call», o judería, se creó cuando los primeros judíos de la ciudad ocuparon las casas que dejaron libres los canónigos. En su inextricable laberinto de pasos estrechos y oscuros, durante seiscientos años se estudió la cábala y se encuadernaron los gruesos cantorales de la catedral. Perderse por sus calles resulta imprescindible para quien quiera conocer Girona.

Con la modernidad, la ciudad salvó el río Onyar. Sobre sus aguas se fueron tendiendo puentes, y las fachadas que se asoman a él se pintaron de colores ocres, tostados y naranjas. Los litros de pintura impactaron más que cualquier manifiesto.

Ahora, sin rubor, puede afirmarse que Girona se ha convertido en una de las más exquisitas capitales catalanas.

Con más tiempo

Iglesia de Sant Felíu. Es la iglesia más antigua de Girona y presenta un aspecto fortificado, con una torre que abraza la fachada barroca. De estilo gótico y con elementos románicos, en su interior se pueden admirar diversos sepulcros paleocristianos.

La Rambla. Concurrido y animado espacio convertido en el corazón civil de la ciudad. Con unos característicos soportales, ha sido lugar de mercado desde tiempos medievales.

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