Combarro y los monasterios de Poio y Armenteira

Corría el siglo XIII cuando se llevó a cabo la mayor parte de la obra. Entonces no podían ni imaginar que a las puertas del tercer milenio iban a ser cientos y cientos de personas que se llegasen hasta esos muros graníticos el lunes de Pascua en honor a Nosa Señora das Cabezas, milagrosa para hacer desaparecer las jaquecas.


Una minuciosa obra de reconstrucción evitó la muerte del cenobio, ya que nada más conocerse la orden de Mendizábal, que implicaba la Desamortización, el monasterio fue tomado al asalto por bandas de ladrones.

Y dice Otero Pedrayo que «los primeros en asaltarlo se repartieron los dineros en un cruce de caminos, sirviéndoles de medida una bota de montar». El tiempo fue pasando y algunos de los ladrones sintieron fuertes remordimientos de conciencia. Para pagar la culpa mandaron levantar a costa de su pecunio los cruceros que aún decoran el acceso.