Sobrevolar el valle del Nilo a 300 metros de altura, con la cesta del globo casi rozando las cabezas de los colosos de Memnón y las ruinas de los templos y palacios del Valle de los Reyes, ofrece al viajero un panorama espectacular y emocionante del antiguo Egipto faraónico.
A primera hora de la mañana, antes de que amanezca, un primer globo alza el vuelo en la ribera occidental del Nilo, a las afueras de Luxor, a un tiro de piedra del Valle de los Reyes, en el que casi todos los faraones del Nuevo Imperio egipcio fueron enterrados en cavidades ocultas, horadadas en la montaña, con la esperanza de que, a diferencia de lo que les ocurriera a sus antecesores —que se habían hecho sepultar en pirámides—, sus tumbas pasaran inadvertidas a los ojos de los profanadores, que las saqueaban para hacerse con los tesoros que sus amos mandaban reunir para su largo viaje hasta Reino de los Muertos.
|