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Playa de Torimbia: espectáculo natural

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El cementerio de Niembro-Barro con la Iglesia de Nuestra Señora de los Dolores.

Espectacular vista de la playa de Torimbia, muy cerca del puelo de Niembro.

Cuando se contempla Torimbia, uno no sabe si quedarse con la panorámica que se admira desde lo más alto, con el agradable paseo que hay que descender hasta llegar a su orilla o con el disfrute de sus aguas limpias de rocas y algas.
Aquí todo parece ideado para causar fascinación. Torimbia es un playazo fuera de horma, majestuoso. Tras dejar atrás las callejuelas de Niembro, con un buen puñado de casas típicas asturianas, surgen los acantilados cubiertos de vegetación que conforman la peña Prieta y custodian la playa. Es el lugar más elevado para admirar la ensenada en toda su magnitud: las dimensiones, un peculiar islote en uno de sus extremos, y el verde entorno que la protege: praderías, encinas, tojos y helechos... Un recóndito lugar para el encuentro con la Naturaleza, que atrae desde hace años a un buen número de naturistas.

El descenso hasta la arena lleva su tiempo; casi un kilómetro de distancia hay que recorrer a pie por una pista forestal (antes de hacerlo hay que pensar que a la vuelta hay que desandar el camino, por si flaquean las fuerzas), pero el esfuerzo tiene su recompensa, y más si se hace durante la marea baja. Torimbia es ideal para ver cómo mueren las olas sobre el mágico arenal, bañarse sin peligro en sus aguas —con escasas corrientes y sin declives ni depresiones bruscas— o para pasear de una punta a otra sin toparse con ningún accidente geográfico que interrumpa su unidad. Al otro lado de punta Pestaña espera otra de las playas amplias del concejo, la de San Antolín.

Prohibida su reproducción total o parcial. ©2006 Hola, S.A.

  

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