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(Alemania)

El castillo de Neuschwanstein, la fantasía excéntrica de Luis II de Baviera

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Vista de la parte trasera del castillo, construido en lo alto de un risco.

El suntuoso salón del trono con decoración de inspiración bizantina.

Viendo el efectismo del resultado, no sorprende que fuera un escenógrafo el encargado de diseñar los planos de Neuschwanstein con la idea de materializar el mundo ilusorio en el que este monarca tímido y sensible se evadía de sus compromisos y de la agria realidad que vivía en aquella época su reino. Al tiempo, su devoción por Wagner, de quien se convirtió en mecenas, explica que tantas de sus salas fueran decoradas como fidedignas escenas de El Anillo de los Nibelungos, Parsifal, Lohengrin o Tannhäuser, obedeciendo a la idea de recrear en ellas la atmósfera de los castillos medievales en los que el compositor ambientaba sus óperas.

La construcción del Neuschwanstein se prolongó durante 17 años y, entre la extravagancia de sus laberintos, aparecen estancias tan increíbles como la del Salón del Trono, ostentosamente decorada en estilo bizantino; su dormitorio, en el que optó en este caso por el gótico tardío y del que se dice que sólo en él trabajaron catorce artesanos durante más de cuatro años, o la espectacular Sala de los Cantores, inspirada en la leyenda de Parsifal. Los excesos de estucos dorados, espejos, sedas, bóvedas, candelabros y murales va superándose a medida que se alcanzan los pisos superiores de este edificio de fábula en el que, sin embargo, Luis II apenas llegó a vivir medio año ya que el 11 de junio de 1886 una comisión enviada desde Múnich fue a buscarle a Neuschwanstein con el fin de incapacitarle para gobernar declarándole enfermo mental. Inmediatamente fue confinado en el castillo de Berg, en cuyo lago apareció dos días después ahogado junto a su psiquiatra en circunstancias misteriosas que nunca llegaron a desvelarse.

Prohibida su reproducción total o parcial. ©2006 Hola, S.A.

  

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