Edificado sobre una antigua borda semiderruida (una borda es, en el Pirineo, una casa de campo), el Mountain Lodge está construido todo de madera, como mandan los cánones de las cabañas, con toques de una piedra extraída de las zonas cercanas y trabajada por un maestro cantero. El resultado es una calidez especial, una reconfortante atmósfera que lleva a sentirse como en casa.
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Lejos de un lujo ostentoso, lo que aquí prima es el buen gusto, el esmero en el detalle, la calidad de los muebles y accesorios. El toque personal de la familia Calbó, que no solo ha querido recuperar esa borda adquirida en el año 1630, sino también rendir un homenaje a los remotos orígenes de un negocio que comenzó como una humilde casa de comidas que servía de parada y fonda a los viajeros entre Francia y España. Hoy, cuatro siglos después, tienen en su haber más de 1000 plazas hoteleras con el Sport Hotel Hermitage & Spa y el Hermitage Mountain Residences.