ABEDULAR DE CANENCIA
Como una luz de bengala, como una muchedumbre de mariposas amarillas, irrumpe el otoño en los abedulares. Reconoceréis a estos árboles por su corteza blanquísima, lisa, tersa, que en los ejemplares maduros tiende a agrietarse formando estrías negruzcas; y por sus hojillas caedizas, de figura triangular puntiaguda, que al virar en octubre al amarillo componen con aquella un conjunto de claridad extrema, de etérea hermosura. En Madrid, esta especie eurosiberiana, es una rareza tal que casi hay que buscarla con lupa en arroyos, trampales y gargantas de la cuenca del Lozoya. Masas notables, que merezcan el título de abedulares, solo hay dos: en la dehesa de Somosierra y en el puerto de Canencia.
Aquí, en el puerto de Canencia, empieza y acaba la senda del Arroyo del Sestil del Maíllo y de la Ladera de Mojonavalle, una ruta circular de 7,6 kilómetros que permite recorrer en dos horas y media el abedular más llamativo de la región. Por el camino veremos, además, la chorrera de Mojonavalle, donde el arroyo del Sestil del Maíllo se descuelga cien metros por cascadas y toboganes. El recorrido se descarga en sierranortemadrid.org.
Conecta con la naturaleza con estos baños de bosque