2. CHURROS BRAVOS PARA DESAYUNAR
Para subir y bajar los 188 escalones de El Fadrí sin que nos flaqueen las piernas, tendremos que desayunar algo potente. Por ejemplo, las típicas pelotas de fraile (bolas de masa esponjosa rellenas de crema pastelera y recubiertas de azúcar) que hornean desde 1950 en la panadería Macián (Mayor, 12). Tampoco son light las figues albardaes (buñuelos de higo) que prepara Antonio Sebastián en la Botiga de la Figa (Sant Fèlix, 6). Además, hace churros de muchas maneras, todas muy energéticas: bravos, con longaniza y morcilla, con chistorra y queso de cabra, con bacalao y alioli de tinta...
3. «ESMORZAR» ES SAGRADO
Por mucho que se haya desayunado, a eso de las 10.00 o las 11.00 hay que ir pensando en esmorzar, que es como aquí llaman al bocadillo de media mañana del resto de España, solo que en Castellón no se trata de un simple refrigerio y, además, es sagrado. Podemos empezar en el Bar del Mercat, junto al Mercat Central (plaza Mayor, 1), con unos ximos o panecillos rellenos de pisto y unas puntetas de bacalao rayado. Y rematar en La Vermutería 1858 (Ruiz Zorrilla, 10), con unos mejillones vermuteros (al vapor o a la brasa) y un vermú de la casa, hecho en Almassora con 105 hierbas distintas.