IMPRESCINDIBLES
El monasterio Megalo Meteora o Gran Meteoro es el más grande y uno de los más espectaculares. Y su iglesia de la Transfiguración, de las más hermosas de Grecia, con maravillas como los frescos absidales de la Sagrada Comunión o la imagen de Athanasios, su abad fundador. También dignas de admirar su biblioteca, las antiguas cocinas, la bodega y el osario.
El monasterio de Varlaam –el segundo en tamaño e importancia–, un oasis de silencio en el que se mezclan peregrinos con velas como ofrendas, turistas embelesados con su parekklesion (capilla) de los Tres Obispos (1637) y monjes de negro hábito y largas barbas camino de sus tareas. Aunque si hay una escena difícil de olvidar de Varlaam son las vistas que se contemplan desde su balaustrada.
El ascenso hasta el monasterio Rousanou, fundado a mediados del siglo XV y dedicado a Santa Bárbara. Hoy en vez de monjes son monjas las que, transformado en convento, habitan en él.
La iglesia del monasterio de San Nicolás Anapafsa, cuya silueta recortándose sobre el gris de la gigantesca roca que tiene a sus espaldas es una de las estampas míticas de Meteora. Atención especial a los frescos del artista Theophanis Strelitzas.
El recoleto templo del monasterio de San Esteban, uno de los de más fácil acceso, donde admirar sus frescos que datan de 1545.
Solo para los más osados, la subida al monasterio de la Santísima Trinidad, cuyo acceso es el más dificultoso. Eso sí, subir por sus peldaños labrados en la roca tiene como recompensa unas vertiginosas panorámicas.
Alojarte en alguno de los hoteles de Kalambaka o Kastrasis, los principales núcleos de población de Meteora, que tengan vistas a las formaciones rocosas. Despertarse en sus habitaciones o cenar en sus terrazas a la luz de las velas con panorámicas así no tiene precio. El lujoso cinco estrellas Divani Meteora (divanis.com) o Rex (hotelrex.gr) son dos buenas elecciones.