Luis Alfonso de Borbón y Margarita Vargas, en barco por La Camarga

Fue hace solo unos días cuando el aristócrata posaba con su mujer, Margarita Vargas, en este parque natural francés situado entre la Provenza y la Costa Azul. Te acercamos a este sugerente espacio en el que quedarse con el recuerdo imborrable de sus flamencos rosas y caballos blancos.

by hola.com Sonriendo, abrazado a su mujer y con las lagunas de fondo. Así se ha dejado ver Luis Alfonso de Borbón en su cuarenta cumpleaños en este escenario de marismas, dunas, pastos infinitos y salinas que es la Camarga. Un parque protegido de casi 150.000 hectáreas a orillas del mar Mediterráneo y entre los dos brazos del río más grande de la Europa occidental, el Ródano.

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La joven pareja visitó varias localidades del entorno, como Aigues-Mortes y Le Gradu du Roi, y disfrutaron de este espacio dando un romántico paseo en barco. Es una de las formas ideales para recorrer La Camarga y estar en contacto con la naturaleza, como también lo es hacer una ruta a caballo. Es fácil de realizar, porque en casi todos los hoteles de prestigio ofrecen rutas guiadas. Sea o no posible, lo que sí hay que hacer es ir en busca de la foto más buscada de este espacio, la de los flamencos rosas y los caballos blancos, cuyos cuidadores –los gardians- forman una comunidad anclada en el tiempo y fiel a sus tradiciones.

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No es lo único que guarda. La Camarga ofrece mucho más. Para empezar, un paisaje único donde abunda el narciso y el tamarisco, y una fauna que, además de flamencos y caballos, regala a la vista los toros negros de sus páramos inabarcables.

Poniendo más al sur, las lagunas y los pantanos dominan el tranquilo paisaje, que ofrece varias caras: en otoño, lo normal es verlo inundado por las lluvias, y desierto en época estival. Y es que su vegetación adaptada a la salinidad y a la fuerza del viento mistral regalan cada temporada un color, unas veces violeta, otros azul...

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Los alrededores del estanque de Gines son el mejor lugar para admirar garzas, aves de presa, búhos y algún martín pescador… Especialmente al amanecer y a la puesta de sol, cuando el decorado es de lo más inspirador. Sus enormes pastos sirven de hábitat a ovejas y vacas, es una muestra de que la vida en la Camarga transcurre a un ritmo.

Si el horizonte a ratos se rompe con la sobrecogedora presencia de las montañas blancas de sal, las salinas típicas de la zona, entre tanta belleza natural también se descubren pequeños pueblos rurales que dan un sosegado respiro urbanita. El imprescindible es Saintes-Maries-de-la-Mer, que ejerce como capital de la Camarga, y es un buen lugar para alojarse, por ejemplo en Les Amphores (hotel-lesamphores.com), un pequeño y acogedor hotelito costero, con terraza mirando al mar, playa propia y una enorme oferta de actividades para disfrutar de la zona. En Saintes-Maries-de-la-Mer hay que pasear por sus callejuelas adoquinadas, disfrutar de sus tranquilas playas, comprar una típica comida vaquera, pero, sobre todo, visitar su impresionante iglesia románica fortificada, donde peregrinan los gitanos desde tiempos inmemoriales, y aún conmemora cada mes de mayo la llegada en barca de María Magdalena.

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Desde aquí hay que continuar dando un precioso paseo por el Digue a la Mer, adentrándose en la reserva natural de Etang de Vaccares, una zona perfecta para admirar, entre otros, a los famosos flamencos rosas del lugar. Y, por supuesto, hacer parada para disfrutar de la cocina de esencia mediterránea en sitios tan especiales como el elegante restaurante Alexandre, en Nîmes Garons (michelkayser.com); o, en Les Baux de Provence, Oustau de Baumaniere (oustaudebaumaniere.com), el restaurante del Relais & Chateaux del mismo nombre, situado entre olivos y peñas.

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