Sentido y ‘mucha’ sensibilidad / y 3

Flavia Mayoral sigue descubriendo los secretos del centro de Francia y ahora, desde Chartres, nos relata sus experiencias durante una misteriosa visita nocturna a su espectacular catedral y en el tentador spa Be by Monarque.

by hola.com

Si tuviera que poner un título de película a lo vivido hoy en el centro-norte de Francia no podía ser otro que Sentido y Sensibilidad, y no porque tenga mucho que ver con el drama romántico protagonizado por Emma Thomson y Kate Winsley, bien acompañadas por el despistado, aunque siempre gentleman, Hugh Grant, sino por dos experiencias únicas que he protagonizado, cual famosa, en Chartres.

Para los que no me conocen mucho, os diré que yo no tengo reparos, me hago a todo. Si por unas horas hay que ser una actriz, una se disfraza de lo que sea y punto, que se tiene que vestir de peregrino, pues se pone la túnica, que para eso estamos en año Xacobeo, y empieza a hacer penitencia; que hay que dejarse acariciar y mimar, pues que hagan con una lo que les plazca, yo me abandono en sus manos y que sea lo que Dios quiera.

Al final no hubo que ponerse el disfraz, pero más realismo hubiera dado a la visita que, cual penitente, realicé bien entrada la noche a la cripta de la grandiosa catedral de Chartres. Llovía con fuerza, lo que daba más tenebrismo al asunto, y las luces y el sonido ponían color a la fachada y música al ambiente. Un gran hombre, digo gran porque era grandísimo (desconozco sus otras dotes), recibía a los ‘valientes’ que, como yo, nos habíamos apuntado a este inquietante itinerario por el interior del templo. Todo resultaba tan tenebroso… y a la vez ¡tan divino…!

No veía absolutamente nada, así que cuando el susodicho nos hizo entrega de una vela, respiré aliviada…, al menos intúa la silueta de los otros ‘osados’ que me acompañaban. Yo que creía que estábamos rematando el verano y me veo en fila y con el cirio en la mano, cual penitente en Semana Santa, participando en una procesión. Me faltó seguir el laberinto de rodillas y cantar en gregoriano, pero para esto ya teníamos al gran hombre, que cantaba como los ángeles y daba a un más misticismo a esta ‘peregrinación’ que nos llevó por los cimientos de la bella catedral de Chartres admirando sus diferentes etapas de construcción, y por la gran nave central, imaginando, en la oscuridad, la más rica y antigua colección de vidrieras de toda Francia. Como diría uno que yo me sé, y ceo que media España también, esta noche mística fue realmente im-presionante (en dos palabras).

El impacto me duró varias horas, justo hasta que entré por la puerta del spa del hotel Le Grand Monarque y empezó la segunda de las experiencias en este lujoso centro de ambiente zen. Relax, armonía, paz, belleza, Oriente, agua… la invitación de Stéphanie Demeusy y Nathalie Jallerat, sus creadoras, sonaba muy tentadora y desde luego así fue. Todos los sentidos y mucha sensibilidad… Me apunté a una envoltura oriental y acabé con la piel divinamente sedosa, luego a un masaje balinés que me dejó como nueva y, tras pasar por el hammam, acabé en el spa lounge descansando –aunque no sé de qué, que ya más no me podía relajar- mientras degustaba una gran variedad de tés, infusiones, café y, lo que más me gusta, golosinas. Tengo que reconocer que a veces soy como una niña…

No pude resistirme y antes de irme flotando al hotel, compré un buen número de cosméticos en la tienda del spa, que espero me sirvan para aprobar las prácticas del ‘master’ al que pienso apuntarme en cosmética del futuro. Dicen que tiene mucho… ídem… Y a mí, si hay algo que me pierde, es estar a la última. Ahora, y antes de que empiece a pensar en mi próxima escapada, voy a coger carrerilla. Hasta la próxima. Tendréis noticias mías espero que muy pronto.

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