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Las bodas reales han acaparado gran atención este año. Después del enlace de los Duques de Sussex, Eugenia de York pasó por el altar para dar paso a una boda más, esta vez en Japón, en donde la monarquía disfrutó de un enlace por amor. El lunes, la princesa Ayako de Japón dio el "sí, acepto" al financiero Kei Moriya en una ceremonia tradicional, que celebraron en el santuario Meiji Jingu de Tokio.

Desde este lunes, Ayako renunció a su estatus de Alteza para convertirse en ciudadana, tal como lo establece la Casa Imperial Japonesa desde 1947, de que las mujeres nacidas como princesas pierden el título y las funciones propias al casarse con un hombre que no tenga sangre real, un acto de amor que se había visto anteriormente en la Familia Real, cuando la princesa Sayako, hija de los actuales Emperadores, se casó en 2005 con un funcionario del Gobierno de Tokio. Ayako, al rechazar su posición, recibió una indemnización de casi 900 mil dólares para mantener el estilo de vida al que está acostumbrada.

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La novia celebró por todo lo alto su boda, a pesar de ya no ser miembro de la Familia Real. Ayako se casó en una ceremonia tradicional de su país, razón por la que no eligió un vestido de novia occidental, y optó por un kimono repleto de significados. Conformado por una túnica uchiki y hakama, es decir, pantalones con pliegues anchos atados a la cintura y con caída en los tobillos. La princesa tuvo un cambio de look por un kouchiki más formal, con una capa más pequeña con manga larga y ancha, además de una falda larga dividida que lleva por nombre naga-bakama. Ambas piezas son tradicionales de la nobleza japonesa durante la era Heian, que sucedió desde el año 749 hasta 1185. El ajuar fue típico de la religión sintoísta, con motivos florales bordados al igual que la representación de las aves, en color rojo, símbolo de la longevidad. El novio eligió chaqué, chistera y guantes.

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La celebración del amor entre Ayako y Kei ha sido un ritual de varios días. El viernes pasado, se despidieron formalmente del emperador Akihito y de la emperatriz Michiko en un acto oficial conocido como Choken-no-gi, en el que bebieron tazas de sake. El evento, celebrado en el Palacio Imperial, fue la despedida de la princesa de la Familia Real, al que la novia acudió con un kimono rojo y el pelo recogido al estilo osuberakashi. De acuerdo con The Japan News, la entonces princesa adoró a la Diosa del Sol después de caminar lentamente por el pasillo ancestral de la familia.

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