El Festival de Televisión de Montecarlo, uno de los más prestigiosos del mundo, contó con una invitada de honor muy especial. Se trata de la Princesa Charlene de Mónaco, quien fue la encargada de inaugurar la ceremonia. El evento comenzó el pasado 13 de junio y se trató de la 55° edición del festival en el distrito conocido por su casino, el glamour y la gente famosa a su alrededor.
La Princesa usó un vestido negro muy elegante, acompañado de unos hermosos aretes y unos coquetos zapatos de tacón para estilizar su delgada y atlética figura. La que fuera nadadora olímpica en Sídney 2000, firmó autógrafos en la alfombra roja y posó junto a grandes estrellas de televisión, entre ellas, la productora Monika Del Campo Bacardi, el actor Terrence Howard, la actriz Taraji P. Henson y el productor Danny Strong.
La Princesa también fue la encargada de entregar uno de los reconocimientos. La suertuda en recibirlo de las manos de Charlene, fue la actriz estadounidense Patricia Arquette, ganadora al Oscar a Mejor Actriz de Reparto por Boyhood. En esta ocasión, recibió el premio Ninfa de Cristal, el cual reconoce la trayectoria de un actor de televisión internacional.
El Príncipe Alberto II de Mónaco, su esposo desde 2011, no pudo asistir al festival en esta ocasión. Recordemos que fue el padre del Príncipe Alberto, Raniero III de Mónaco, quien creó el festival en 1961 con el propósito de “incitar una nueva forma de expresión artística al servicio de la paz y de la armonía entre los hombres", como publicó alguna vez el periódico francés Le Quotidien de Paris. La presencia de la Familia Real de Mónaco es siempre un privilegio para este festival y una forma de seguir honrando a su fundador.
La pareja de Príncipes ha estado muy activa socialmente en las últimas semanas desde el bautizo de sus mellizos, los pequeños Jaques y Gabriella, en mayo de este año. Recientemente, fueron excelentes anfitriones del Gran Premio de Mónaco, una de las carreas más esperadas de la Fórmula 1. Además, la Princesa asistió a los Premios Ernst & Young, donde declaró su apoyo a la lucha contra la discriminación entre sexos y reiteró su convicción por mejorar a su país: “Mi única ambición es ser eficaz para aquellos que lo necesitan. Quiero ayudar. Mi esposo y yo compartimos los mismos valores sobre cuestiones humanitarias, el medio ambiente, la educación de los niños. Somos dos apasionados de la vida, el mundo y la gente. Esta es la misión que hemos elegido”.
