Desde Toro, la capital del vino zamorano, hasta Fermoselle, la capital de los Arribes, discurre un viaje de 150 kilómetros junto a un Duero cada vez más encañonado. En el camino se visitan iglesias románicas y visigóticas, puentes históricos, miradores estratosféricos y lindas villas ribereñas. Es el Duero zamorano. El más bello y desconocido.
06/09/2019 12:17 UTC Por ANDRÉS CAMPOS