Conexión entre cuerpo y mente

Endorfinas, amor y ejercicio

Por hola.com

El cerebro ha sido, hasta hace apenas unas décadas, el gran desconocido del cuerpo humano debido a la dificultad que entrañaba observar su funcionamiento. Sólo las técnicas más avanzadas han permitido ir revelando gradualmente sus secretos, demostrando la estrechísima relación que existe entre psicología y fisiología.

El enamoramiento dispara el nivel de endorfinas, unos neurotransmisores o mensajeros químicos del cerebro que proporcionan una gran sensación de bienestar. Eso, a su vez, provoca que nos guste la imagen que nos devuelve el espejo, una reacción positiva que eleva la autoestima y, ¡vrrrom!, asegura un nuevo torrente de las agradabilísimas y ya mencionadas endorfinas. Un positivo círculo vicioso: como nos sentimos bien, nos vemos aún mejor, y eso potencia la sensación de contento. Claro que el proceso también funciona al revés. La tristeza y la melancolía disminuyen la producción de endorfinas y aumentan la sensación de desesperanza.

Hay otras maneras de incrementar la tasa de esta sustancia, siendo el ejercicio una de las más sanas y eficaces. Este aumento de endorfinas es una de las razones del sentimiento de bienestar que se disfruta tras una buena sesión de entrenamiento y que produce un placentero agotamiento. Además, el ejercicio mejora la microcirculación cutánea, lo que ayuda a eliminar toxinas, aporta luminosidad a la piel y le da un aspecto más terso y sonrosado. No acaban aquí las ventajas de dedicarle algo de tiempo y esfuerzo al cuerpo: los efectos positivos que tiene sobre la figura (silueta más esbelta, aumento de la fuerza y flexibilidad, tonificación general y firmeza) provocan una respuesta positiva entre quienes nos rodean que aumenta la autoestima y la confianza en uno mismo.