Astenia: el lado amargo de la primavera

Es una sensación de cansancio y fatiga que se atribuye a la llegada de esta estación

Por hola.com

El calendario lo anuncia ya: la primavera ha llegado (aunque en muchos lugares el invierno sigue dando sus últimos coletazos). Los días cada vez son más largos, aumentan las horas de luz y los termómetros, poco a poco, comienzan a subir. Con el inicio de esta nueva estación y los cambios climáticos que la acompañan, se producen también una serie de alteraciones en nuestro organismo, más evidentes en unas personas que en otras, conocidas como astenia primaveral. No hay que preocuparse demasiado ante ella pues, según los expertos, se trata de un síntoma banal y pasajero. De hecho, otros problemas de salud como la fibromialgia o la fatiga crónica no deben ser confundidas con la astenia de primavera.

El aumento de las horas de sol, los cambios de horario y el diferente ritmo de vida son factores que, sin duda, nos influyen. Ante ellos, nuestro cuerpo necesita un tiempo para adaptarse. Hasta que esto se produce y corregimos los hábitos adquiridos durante el invierno, podemos sentir una sensación de cansancio y fatiga que se atribuye precisamente a la llegada de la primavera. Su causa no es bien conocida, pero se sospecha que su origen tiene que ver con los cambios climatológicos y ambientales que influyen en el metabolismo.

La capacidad de sentir cansancio es individual y subjetiva, y muchas veces depende de nuestro estado de salud, del grado de estabilidad emocional o del equilibrio psíquico y biológico. La sensación de falta de fuerza y de vigor depende del estado anímico que tengamos, y se traduce en sentimientos de indolencia y apatía generalizadas, debido a la actitud psicológica y a la falta de energía.

La astenia primaveral puede motivar también falta de interés por el entorno y dificultad para concentrarse. Es más frecuente en las mujeres, sobre todo en las más jóvenes, y es que la gente de menor edad nota más la llegada de la primavera. Así, cuanto más inmaduro es el organismo, menos recursos tiene para adaptarse a los cambios ambientales y metabólicos. Sólo hay que darle tiempo al tiempo para que nuestro cuerpo se aclimate a una estación que, por otra parte, ¡es maravillosa!