Evelyn Lauder: "El cáncer de mama es curable en un 97% de los casos"

Ha puesto en marcha una infatigable cruzada para erradicar esta enfermedad

Por hola.com

La energía y el entusiasmo de Evelyn Lauder, nuera de la legendaria Estée Lauder, son contagiosos. Casada con Leonard Lauder, tiene dos hijos, William y Gary, y cuatro nietos. De increíble vitalidad, Evelyn, vicepresidenta del grupo Estée Lauder, inició hace ya años una infatigable cruzada para erradicar el cáncer de mama. En 1992 consiguió instaurar en Estados Unidos el mes de octubre como «Mes del cáncer de mama» y en España convenció a las autoridades para que instaurasen ese día el 19 de octubre. En ese mismo año, Evelyn financió la creación del centro de mama más puntero del mundo en el hospital Memorial Sloane Kettering, de Nueva York.

Un año más tarde fundó The Breast Cancer Research Foundation, destinada a prevenir el cáncer de mama y encontrar una cura definitiva financiando la investigación genética y clínica dentro y fuera de los Estados Unidos. En diez años, la Fundación ha recaudado y repartido casi noventa millones de euros entre los científicos más eminentes del mundo. Evelyn inventó el lazo rosa, símbolo internacional de la lucha contra esa enfermedad, y desde el 2000 ha conseguido que, año tras año, los monumentos más emblemáticos del mundo se iluminen de rosa el 1 de octubre.

Evelyn, nacida en Viena y superviviente de los bombardeos de Londres, su nombre ha figurado en la lista de las cien mujeres más influyentes de Nueva York. Gran aficionada a la fotografía, estos días inauguraba en la madrileña galería de arte Durán una exposición de sus fotografías, cuya venta se destinará íntegramente a su Fundación para financiar los proyectos de investigación sobre el cáncer de mama del doctor Baselga, jefe de Oncología del hospital Vall d ’Hebrón,de Barcelona.

—¿Qué le empuja a usted a iniciar su cruzada contra esta enfermedad?
—Después de comprobar que el número de mujeres que morían de cáncer de pecho era mucho más alto que las muertes por sida. También me di cuenta de que no existían buenas máquinas para realizar mamografías y que en ciertas zonas del país se estaban realizando masectomías, mientras que en otros lugares tan sólo se extraía el tumor.
—¿Qué cree que diría su suegra si viera la gran labor que ha hecho y lo mucho que ha ayudado a muchas mujeres?
—Estaría muy contenta y muy orgullosa.
—¿Cuál es el gran recuerdo que le quedó de ella?
—Tengo tantos... Mi suegra era una persona apasionante y llena de energía. Nunca se permitió a sí misma ponerse enferma. Siempre estaba de un lado para otro haciendo cosas. Realizaba un montón de llamadas de teléfono cuando no podía dormir. Si estaba en Nueva York, llamaba a California porque allí es más pronto y la gente no se ha ido aún a la cama. Hablaba con mi hijo o llamaba a Nancy Reagan. Luego, por la mañana, telefoneaba a sus amigos de Europa. Le encantaba estar con la gente.
—Digamos entonces que la vitalidad que usted tiene se la contagió su suegra.
—Sí, sí. Ella nos la contagió a todos.