Los niños exigen lo mejor de uno y la Familia Real sueca se ha esmerado siempre en dar lo mejor de sí. La cena de gala que la fundación Childhood celebró anoche en un céntrico restaurante de Estocolmo ha sido una de esas incontables muestras del incondicional apoyo de Silvia de Suecia y sus hijas, las princesa Victoria y Magdalena, a la infancia más desfavorecida. La última demostración.
La reina Silvia, la princesa Victoria y su esposo, el príncipe Daniel, y la princesa Magdalena y su marido, Christopher O´Neill, volvieron a aplicarse por la buena causa. La velada, incluida dentro de los actos de celebración del décimo quinto aniversario de la fundación, era uno de esos compromisos que requería de todo el utillaje regio (vaporosos vestidos y fabulosas joyas) para marcarse como merecía y para conseguir la mayor recaudación de fondos posible a favor de esta organización que preside la Reina y para la que la princesa Magdalena trabaja en sus oficinas de Nueva York.
Las tres damas reales derrocharon glamour con tales miras: la soberana lució un vestido brocado de color verde lima y limón que adornó con una gargantilla de oro con una espectacular esmeralda, mientras que sus hijas apostaron todo al negro en este despliegue de elegancia. Tanto la princesa Victoria como la princesa Magdalena se decantaron por dos vestidos llamativos, pese a la sobriedad del color: la Heredera lució un modelo de encaje con volantes y mucho tul y apostó por el brillo y los matices claros en sus joyas y su accesorio para el pelo y, por su parte, la princesa Magdalena llevó un vestido moteado con mangas trasparentes y grandes pendientes de fantasía.
La Reina y la princesa Magdalena, aprovechando su estancia en Suecia, asistirán hoy también a la asamblea anual de la fundación que se celebrará en el Palacio Real de Estocolmo. Porque los niños lo merecen todo.
