Carolina y Ernst de Hannover, una historia de amor inesperada

Por hola.com

Los rumores se fueron confirmando con los hechos, o, mejor, con las imágenes que dejaban constancia de los hechos, como perfecta acta de una historia de amor con la que nadie contaba. Si la Carolina adolescente no había tenido ojos para mirar de otra manera a Ernst, sí los empezaba a tener ahora, cuando la vida la había golpeado duramente: la muerte de su madre, el fracaso de su matrimonio con Philippe Junot, la pérdida de Stefano Casiraghi, el hombre al que, hasta ese momento, más había querido y al que un terri- ble accidente se lo arrebató (fue también un trágico accidente el causante de la muerte de su madre, como se sabe)...
Era otra mujer, era otra su situación y empezaban a ser otros los sentimientos hacia Ernst, quien —en ése tenía razón Chantal, la ex mujer del príncipe— la había estado ayudando. Y todo ello desembocó en las tiernas imágenes en las que, más que como novio, Ernst aparece, a bordo del Pachá III, protegiéndola y… a la vez queriéndola de otra manera.
Nadie sabe a ciencia cierta cómo y por qué surgen las cosas del amor, pero lo cierto es que surgen. Muchas veces, cuando menos se lo espera nadie (interesados o protagonistas incluidos).
Son muchos los que hoy se siguen preguntando, por ejemplo, cómo surgió el amor entre Carolina y el príncipe de Hannover, algo con lo que, según se ha dicho muchas veces —y desmentido otras tantas—, soñaba la princesa Gracia, a quien, al parecer, Ernst le gustaba de verdad para la mayor de sus hijas. Había, sin embargo, un problema: Carolina sólo veía a Ernst de Hannover como un amigo. Por otra parte, ella se había enamorado de Junot, con el que se casó para divorciarse muy pronto; después —muerta ya Gracia — se casaría con Stefano Casiraghi... Por su parte, el príncipe de Hannover contrajo matrimonio con Chantal Hochuli, con la que era feliz, al menos aparentemente. Y decimos aparentemente porque, por lo general, un matrimonio se empieza a resquebrajar desde dentro.
Fuera lo que fuese y como fuese, lo cierto es que un día Ernst y Carolina dejaron de mirarse como amigos... y se empezaron a frecuentar más y más hasta que se enamoraron.
Carolina, que había roto una relación con el actor francés Vincent Lindon, acaba de salir de una alopecia nerviosa y buscó, tal vez apoyo en Ernst de Hannover, el amigo de siempre.
Primero se les vio en Extremo Oriente, aunque de ese viaje no quedara constancia fotográfica. Después estuvieron en Nueva York. Más tarde —aún no había finalizado el año 1996—, en Portofino, cuando a Carolina aún no le había crecido totalmente el pelo, siendo en esta ocasión fotografiados cuando desembarcaban después de pasar unos días de crucero.