La boda de Zara Phillips y Mike Tindall

La nieta de la reina Isabel II y el jugador de rugby se han dado el 'sí, quiero' en la iglesia de Canongate, una modesta parroquia del siglo XVII situada en la conocida avenida de Royal Mile de Edimburgo

Por hola.com

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Por fin ha llegado el gran día para Zara Phillips y Mike Tindall. Tras meses de preparativos para que todo saliera a la perfección y tras la gran fiesta que vivieron anoche a bordo del yate real Britannia, la nieta de Isabel II y el reconocido jugador de rugby ya han abandonado la iglesia de Canongate (Edimburgo), el lugar elegido para darse el 'sí, quiero', las dos palabras que les han convertido en marido y mujer tras más de siete años de noviazgo.

El novio, visiblemente nervioso aunque muy sonriente, llegaba a la iglesia mucho antes de lo esperado, una hora y cuarto, acompañado por su padrino y compañero de equipo Iain Balshaw y su futuro cuñado Peter Phillips. Muy elegante con un chaqué hecho a medida oscuro, pantalones grises de raya diplomática, chaleco y corbata azul marino, Mike acababa con los rumores que apuntaban a que podría llevar la típica falda escocesa.

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La boda de Zara Phillips ha sido muy diferente a la de su primo, el príncipe Guillermo, no sólo a nivel mediático, ya que no ha sido retransmitida en directo por televisión, sino también porque ha vivido este día tan especial de forma mucho más íntima. La hija de la princesa Ana ha decidido casarse en la iglesia de Canongate de Edimburgo (Escocia), mucho más modesta que la histórica abadía de Westminster, sin embargo es una ciudad muy especial para Zara ya que la última boda real que se celebró en Escocia fue precisamente la de su madre en 1992 cuando dio el 'sí, quiero' a Tim Lawrence.

Oficiada por el reverendo Neil Gardner, la ceremonia fue como los novios querían, algo sencillo y sólo para sus familiares y amigos más íntimos. A Zara y Mike les hacía mucha ilusión casarse en Canongate en esta fecha, de hecho, el lugar había sido reservado inicialmente por otra pareja, que aceptó trasladar su ceremonia religiosa para que los novios reales puedieran cumplir su sueño.

La iglesia de Canongate, fundada en 1688 y completada en 1691 a petición del rey James VII de Escocia, es una modesta parroquia amurallada de paredes blancas situada en la conocida avenida de Royal Mile de Edimburgo. Las calles que rodean la iglesia son tan estrechas que poco más de 2.000 ciudadanos han podido convertirse en espectadores de lujo y ver llegar a todos los invitados.

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La radiante novia llegaba a Canongate del brazo de su padre, el capitán Mark Phillips, tan sólo siete minutos después de las cuatro en punto de la tarde (hora española). El diseñador encargado de realizar este espectacular vestido ha sido el británico Stewart Parvin, uno de los modistos preferidos de su abuela. "No quería un vestido de Alta Costura como el que lució Catherine Middleton", aseguró una fuente cercana a Zara, que estaba espectacular con un vestido ‘chic’ y moderno realizado en seda de color marfil. Una original fila de botones adornaba la parte trasera del vestido, desde el cuerpo hasta la falda, que tenía una cola corta. Zara estaba deslumbrante con un recogido adornado con un voluminoso velo y la tiara Griega, una pieza de joyería que su madre ha lucido en multitud de ocasiones y que quiso prestarle en este día tan señalado.

La Reina, fiel a su estilo, lució un abrigo abotonado en color salmón y unos guantes blancos, a juego con el bolso. Como complementos, la monarca optó por un sombrero decorado con cintas y plumas, también de color salmón y blanco. La madre de la novia, la princesa Ana, eligió un conjunto de falda plisada, de color rosa y una chaqueta a modo de corpiño con brocados florales en tonos beige y rosas. Como accesorios, lució guantes, un ‘clutch’ y unos zapatos, todo de color ‘nude’. La duquesa de Cornualles acudió con un vestido de color verde, que acompañó con un abrigo del mismo color plisado en los laterales, y un original tocado de inspiración floral en el mismo tono. Los guantes y el ‘clutch’ elegidos para la ocasión eran color piedra y los zapatos, de charol, de color ‘nude’.

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Entre los 300 invitados se encontraba un buen número de jugadores del equipo inglés de rugby de Mike, como el Ben Foden, que acudió con su novia, la cantante y componente de la banda The Saturdays, Una Healy. Una de las invitadas que más expectación despertó a su llegada fue la duquesa de Cambridge ya que se trata de la primera boda real a la que asistía como mujer del príncipe Guillermo. Además, durante esta visita a Edimburgo, la pareja ha sido recibida por primera vez con su título escocés de condes de Strathearn. Catherine eligió para la ocasión un vestido-abrigo brocado de color crema, que ya lució en la boda de la Laura Parker-Bowles, hija de la duquesa de Cornualles, en 2006. Para completar su ‘look’, optó por unos zapatos y un ‘clutch’ del mismo color, y una gran pamela con detalles florales.

Por su parte, las princesas Beatriz y Eugenia lucieron unos originales diseños de Angela Kelly. La primera, que acudió acompañada por su novio, Dave Clark, eligió un conjunto de color aguamarina compuesto por una chaqueta de tejido brillante y un vestido decorado con flores a base de cristales de Swarovski. Además, la princesa optó por un sombrero de doble capa de seda con detalles en crepé y encaje. Por su parte, Eugenia se decantó por un conjunto en blanco y marrón chocolate con una chaqueta estructurada de manga francesa y adornada con dos grandes botones, y un tocado en marrón y blanco a juego. 

En cuanto a los invitados, casi todos recurrieron a chaqués oscuros con camisas claras y chalecos de diferentes tonos. En cuanto a las corbatas, la mayoría se decantaron por el azul, aunque en el caso del príncipe Guillermo y Dave Clark apostaron por colores más llamativos como el berenjena y el rojo.

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Tras 45 minutos de ceremonia, los novios abandonaron la iglesia de Canongate ante el júbilo y los vítores de la multitud que se agolpaba a los alrededores para no perderse ni un sólo detalle. De hecho, fueron testigos del romántico beso que Zara y Phillip se dieron para sellar su amor y demostrar que estaban viviendo uno de los días más especiales de sus vidas. Tras ellos salieron los demás invitados, que disfrutaron de un banquete de bodas en el palacio de Holyroodhouse, la residencia oficial de la reina Isabel II en Edimburgo y donde pasa algunos días al principio de cada verano. El palacio está abierto al público durante todo el año, excepto cuando los miembros de la Familia Real se encuentran en la residencia y esta fecha tan especial no iba a ser menos.

Otro detalle curioso de la ceremonia o, mejor dicho, resultante de ella es que Zara mantendrá el apellido de su padre y no adoptará el de su reciente marido. A priori podríamos pensar que esta decisión responde a la faceta más 'rebelde' de Zara, que siempre ha hecho gala de ser poco tradicional, aunque según parece atenderia más a razones profesionales ya que Zara Phillips es conocida así por sus éxitos deportivos, entre los que hay conseguido proclamarse campeona del mundo de equitación.

Los novios, que han celebrado su boda tan sólo tres meses después del emotivo 'sí, quiero' del príncipe Guillermo y Catherine, han tenido que retrasar su luna de miel debido a sus compromisos profesionales. El capitán de la Selección inglesa de rugby deberá acudir al partido que su equipo disputará contra Gales dentro del torneo Seis Naciones. Después de este encuentro, que tendrá lugar el 6 de agosto, Mike aún no podrá marcharse junto a su ya esposa, pues el campeonato de la Copa del Mundo, que comenzará a partir del 9 de septiembre, también requerirá su presencia. Además, Zara también tiene su agenda completa con los concursos de hípica hasta que termine la temporada en otoño. Y es que según aseguró un portavoz de la pareja: “Se tomarán vacaciones cuando puedan…”. “Cuando estuvieron buscando fecha para la boda sabían que el lunes siguiente tendrían que volver al trabajo con normalidad”, añadió.

De hecho, la pareja sabe que no pueden desatender sus compromisos profesionales y que tendrán que adaptarse a sus respectivos calendarios, sin embargo, eso no impedirá que cumplan su sueño y formen una familia, algo que Mike tiene muy claro: “No hay duda de que amo a Zara y nos gustaría tener hijos, pero hay que encontrar el momento adecuado, porque ella tiene sus competiciones y yo paso mucho tiempo de gira”.