Barack Obama le regala un iPod a la reina Isabel y ella una foto suya con el Duque de Edimburgo

El Presidente de Estados Unidos y la Primera Dama acuden a Buckingham como antesala de la cumbre económica G-20

Por hola.com

La Obamamanía ha aterrizado en Europa. El entusiasmo barrió ayer Reino Unido cuando el Presidente de Estados Unidos llegó en su primera visita oficial al viejo continente. Poco después de que el Air Force One tocara suelo hacia las 20 horas, Barack Obama y su esposa, Michelle, emergieron del avión mano con mano y saludando al tiempo a sus admiradores. Multitud de ellos se habían reunido en Stansted ondeando las banderas estadounidenses para dar la bienvenida al mandatario y a la Primera Dama, que vistió para la ocasión un vestido amarillo canario. Después de que desembarcara la pareja presidencial -que se encuentra en Londres para asistir a la cumbre económica G-20- fue trasladada en helicóptero hasta la residencia del Embajador de Estados Unidos.

La agenda oficial de la pareja contemplaba varios compromisos para hoy: por la mañana, un desayuno de trabajo con el Primer Ministro británico, Gordon Brown, y su mujer, Sarah, en Downing Street, en el que Obama tuvo oportunidad de despachar sobre dinosaurios con los dos hijos del premier británico; posteriormente, reuniones con sus homólogos de Rusia y China, así como con el líder conservador británico, David Cameron, y una audiencia privada con la reina Isabel en el palacio de Buckingham. Privilegio que la soberana suele reservar a las visitas de Estado y que, pese a que no lo era, ha concedido en esta ocasión con sumo interés. Era mutuo. Barack Obama estuvo todo el día "ansioso" por acudir a la cita real: "Hay una última cosa que debo mencionar que amo al respecto de Reino Unido: la Reina. Estoy impaciente por encontrarme con ella esta tarde", explicó. Lo demostró el esmero con que el mandatario buscó obsequio a Isabel II: un iPod que contenía imágenes del viaje que la Reina hizo a EE UU en mayo de 2007. Por su parte, la soberana entregó a los Obama una foto enmarcada de ella y su marido, el Duque de Edimburgo, que es el regalo tradicional que suele hacer a los mandatarios que le visitan.

A la codiciada instantánea de estos 20 minutos de encuentro informal entre los anfitriones reales (el Duque de Edimburgo acompañaba a la Reina) y la pareja presidencial, seguía otra igualmente buscada en la recepción posterior que la soberana ofrecía a los líderes del G-20 y sus parejas: el modelo de la Primera Dama de EE UU en la antesala de la cumbre. Michelle no ha tenido rival, porque ni Carla Bruni, Primera Dama de Francia, ni Sonsoles Espinosa, esposa del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, se han dado cita en las salas de Estado de la residencia real y, sobre todo, porque ella destaca en el grupo de Primeras Damas que acompañan a los principales dirigentes del mundo. Mañana, volverá a hacerlo en su debut en una cumbre. Y es que la Michellemanía está a la altura. Y no sólo por estatura.