Que la relación del príncipe Harry y su novia, Chelsy Davy, va viento en popa lo demostró, la semana pasada, la asistencia de la joven al 60º cumpleaños del príncipe Carlos y se ha podido comprobar, nuevamente, el pasado fin de semana, en el estadio londinense de Twickenham, con ocasión de un partido de rugby disputado entre Inglaterra y Suráfrica. Y es que sólo tuvieron ojos el uno para el otro, así como un nutrido repertorio de gracias para amenizar la tarde.
El amor ganó al espectáculo. Aunque el [príncipe Harry] se toma su deporte preferido, el rugby, indudablemente en serio, tampoco se opone a la diversión loca, especialmente si es compartida con su novia. La pareja disfrutó de lo lindo sin prestar demasiada atención al encuentro. Les dio la risa floja cuando el Príncipe, con una camiseta como la del equipo inglés, comenzó a cantar el himno nacional poco antes de que las estrellas de rugby se enfrentaran entre sí. A partir de ese momento, Harry, que se había quitado en señal de respeto el gorro que llevaba, no paró de reír y bromear con su chica. Tampoco paró Chelsy, que lució para la ocasión un abrigo verde con bufanda y guantes negros. La joven se desternillaba con los comentarios jocosos que él le cuchicheaba al oído en un momento dado.
Pocas ganas de reírse dejó el final del partido, eso sí, al príncipe Harry. El equipo inglés sufrió su peor derrota en el estadio londinense de Twickenham contra el campéon del mundo, el Springboks de Suráfrica, con un aplastante resultado (42-6), tal vez para delicia de Chelsy que nació en Zimbabue y estudió en Ciudad del Cabo.
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