La alta sociedad inglesa se quitó ayer el sombrero para recibir a los Windsor en la apertura de la Royal Ascot, una de las competiciones de caballos con más tradición del Reino Unido. En cada una de sus ediciones, el acontecimiento hípico despliega un escaparate de conocidas personalidades de todos los ámbitos sociales y una llamativa pasarela de moda por la que desfilan mujeres con deslumbrantes, originales, inverosímiles y, a veces, irreverentes sombreros. La cita es una de las preferidas de la [Familia Real inglesa], que se hizo con los elogios más sonados de los garantes de la moda.
La soberana encabezó una vez más la tradicional procesión de carrozas, que precede a la primera carrera, dando así el pistoletazo de salida a tan ilustre acontecimiento social, que se prolongará durante los próximos días. Le seguían el resto de los miembros reales, entre los que se encontraban el [príncipe Carlos], que como es tradición lució para la ocasión frac y sombrero de copa, y su esposa, la Duquesa de Cornualles, con una espectacular creación del diseñador Philip Treacy, el mismo que se encargara de los tocados para su boda con el Príncipe de Gales, y un traje de la diseñadora Anna Valentino.
La princesa Ana tampoco faltó a la cita. La única hija de la [reina Isabel], que según los medios de comunicación ingleses atraviesa una crisis matrimonial con su segundo esposo, el vicealmirante de la Armada británica Tim Laurence, se mostró muy animada en todo momento y muy elegante con un traje gris. Su cuñada la Condesa de Wessex, otro de los rostros conocidos que se presentaron ayer en el césped del hipódromo, también se decantó por el color de moda de este verano. Llamó poderosamente la atención por su sombrero. Un diseño, a juego con su traje y adornado con plumas. La Reina optó, en cambio, por un modelo rosa de corte clásico.
