Isabel de Inglaterra triplica el sueldo de los Condes de Wessex

La Casa Real necesita una 'Lady Diana'. A Sohpie Rhys Jones se le presenta un difícil reto como embajadora de la Monarquía inglesa

Por hola.com

Los Condes de Wessex han decidido, y así lo anunciaron el pasado fin de semana, abandonar sus respectivas carreras profesionales para asumir por completo la responsabilidad que, como Príncipes, les corresponde dentro de la Casa Real Inglesa. Responsabilidad que habían descuidado -se limitaban a representar a la Familia Real en contados actos, como Ascot o los servicios religiosos de Sandringham- por entender que sus vidas debían seguir derroteros distintos a los del resto de los Windsor. Para ellos, como para la mayoría de los ciudadanos del mundo, el trabajo sería su medio de subsistencia.

Pero, el príncipe Eduardo y su mujer, Sophie Rhys Jones, presionados por la Reina y movidos por la incomodidad que supone tener que compatibilizar la vida laboral con sus compromisos oficiales y estar siempre en el punto de mira, han cambiado de parecer y han anunciado que renunciarán a su realización profesional para convertirse en embajadores de la Monarquía británica a jornada completa. En tal caso, de llevarse a cabo -hasta sus últimas consecuencias- esta decisión, la condesa de Wessex podría ser la sucesora de [Diana de Gales]. Tendrá la oportunidad de reconquistar a sus conciudadanos, tal y como hicieran el príncipe [Carlos de Inglaterra] y Lady Di.

Los condes de Wessex nunca contaron con el apoyo y el cariño que un día los ingleses profesaran a los Príncipes de Gales, allá en un tiempo en que aún se creía en historias de amor verdadero y en cuentos de hadas. Cuando se anunció el compromiso oficial del príncipe Eduardo y Sophie Rhys Jones, en cambio, la Monarquía estaba ya demasiado vapuleada -amores no correspondidos, infidelidades, rencores...- como para que nadie se entregara a corazón abierto a esta relación. Ni su posición dentro de la Familia Real, ni su dedicación laboral, además, favorecían lo contrario.

Pero ni al príncipe Eduardo ni a su mujer esto les importó y, en lugar de intentar ganarse el favor de los ciudadanos, se centraron en su trabajo. El Príncipe, como director de la productora de televisión Ardent Production, y la Condesa, como responsable de la agencia de relaciones públicas R-JH, de las que son accionistas.

Con el tiempo, la pareja, que recibió innumerables críticas por utilizar su condición de reales para fines personales lucrativos, descubrió lo difícil que era que sus facetas de Príncipes y profesionales de a pie convivieran en feliz armonía. Las recriminaciones de la Reina no se hicieron tardar. Debían reconducir sus vidas.

Pero, como todo en la vida, su implicación total en la vida pública de la [Familia Real inglesa], también tiene un coste. Isabel de Inglaterra deberá hacerse cargo de la manutención de la pareja, antes 240.000 euros anuales -casi 40 millones pesetas- y, ahora, 661.000 euros -unos 110 millones de pesetas. Aunque bien vale la pena si, con ello, Inglaterra gana una segunda Lady Diana.