Poco a poco va volviendo a ser ella misma, a recuperar la sonrisa y a irradiar esa luz que siempre la ha caracterizado. El fallecimiento de su hermana pequeña, Inés Zorreguieta, sumió a  la reina Máxima de Holanda en una gran tristeza, pero en los momentos más duros ha contado con el apoyo incondicional de su familia, que ha estado a su lado dándole todo su cariño. Sobre todo su marido, el rey Guillermo, que ha sido el pilar fundamental para ella. 

Esta semana les hemos vuelto a ver compartiendo agenda, y es que el último acto oficial en el que les vimos juntos fue hace tres semanas, antes de que recibieran la terrible noticia desde Buenos Aires. Los soberanos han visitado la región de West Friesland, que pertenece a la provincia de Holanda Septentrional, para conocer de primera mano los trabajos que están llevando a cabo en el área de agrícola, industial, de comercio y de desarrollo rural.

Su primera parada fue la isla de Hoorn, donde estuvieron cerca de una hora, y les dieron un caluroso recibimiento. Mayores y pequeños no quisieron perder la oportunidad de conocerles en persona y saludarles, por lo que abarrotaron los alrededores luciendo orgullosos camisetas y accesorios con el simbólico color naranja.

Dedicándole gestos de cariño y miradas cómplices, Guillermo de Holanda estuvo muy pendiente en todo momento de su esposa, que para la ocasión se decantó por un espectacular estilismo que llevaba el inconfundible 'sello Máxima'. La soberana lució un delicado vestido con falda vaporosa y transparecias. Además, el llamativo ramo de flores amarillas que recibió a su llegada puso la nota de color a su look.

Los reyes Guillermo y Máxima, que se subieron en un taxi acuático sostenible, visitaron después las obras de la nueva carrera de Drechterland, que se ha construido para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y se ha esforzado por mantener intacta la apariencia del paisaje; se interesaron por el proyecto que pretende reducir el consumo de alcohol entre los jóvenes en Stede Broec; y acudieron al nuevo laboratorio de Enza Zaden, una empresa familiar internacional que se centra en la mejora genética de hortalizas.

Por último, terminaron su tour en Medemblik, concretamente en el Centro Internacional de Vela, considerado uno de los mejores del mundo en el entrenamiento de jóvenes talentos que luchan por una carrera olímpica.

La soberana, que volvió a lucir su imborrable sonrisa, se decantó por una gran pamela, guantes y cartera de mano en tonos béis, además de unos espectaculares maxi-pendientes de brillantes.