La princesa Máxima con sus hijas, al otro lado de las vallas

La futura Reina de Holanda ejerció de 'super mamá' con sus hijas a las que contagió de su espíritu navideño en la tradicional cabalgata de San Nicolás

Por hola.com

¿Quién pensaba que una Princesa jamás sabría lo que es un desfile al otro lado de la valla? ¿Quién creía que una futura Reina nunca soportaría las inclemencias del tiempo, los berrinches, los empujones y los pisotones continuos que todas las madres del mundo han padecido alguna vez en una cabalgata por amor a sus más preciados tesoros? Pues, sencillamente, se equivocaba. Consuélese: tales martirios, y algunos más, los ha sufrido en sus carnes también Máxima de Holanda junto a su esposo, el príncipe Guillermo, por sus hijas, las princesas Amalia, Alexia y Ariana, con ocasión de la tradicional cabalgata de bienvenida a San Nicolás en Eikenhorst, lugar de residencia de los Príncipes de Orange. Pero, eso sí, el espíritu navideño que envuelve estas fechas lo hace todo mucho más amable.

Juguetes desde España
San Nicolás es el equivalente de los Reyes Magos en Holanda y en Bélgica. Según la tradición, a mediados de noviembre (este año ha sido el día 17), San Nicolás (Sinterklaas en neerlandés) viaja en barco de vapor desde España, concretamente desde Madrid, cargado de regalos para los niños holandeses, que la noche del 5 de diciembre esperan al Santo y a su fiel acompañante Zwarte Piet, encargado de transportar los juguetes. A partir de ahora, durante las próximas semanas, los pajes (knechtjes) recorrerán el país recogiendo las cartas de los niños.

Los Herederos disfrutaron como una familia holandesa más de los actos organizados con motivo de la celebración de estas entrañables fechas. La princesa Máxima ejerció de super mamá con sus niñas a las que ha contagiado de su espíritu navideño. Las pequeñas, que en algunos momentos presenciaron la cabalgata a hombros de sus papás para no perderse detalle, se lo pasaron en grande cantando las típicas canciones que dan la bienvenida al Santo después de su largo viaje en barco. Amalia, con su habitual desparpajo, enseñó a su hermana Alexia la letra de alguna de estas canciones y, cuando San Nicolás pasó por delante del lugar en el que se encontraban los Príncipes, no dudó en alargarle el brazo para estrecharle la mano. Ya sólo les queda escribir la carta al Santo y cumplir con una misión a contrareloj de suma importancia: portarse bien en un último esfuerzo de conseguir indulgencia de San Nicolás para recibir infinidad de regalos.