Y mientras los príncipes Guillermo y Máxima desplegaban en Turín la estampa más romántica y familiar de la pareja, en Holanda vuelven a circular rumores de abdicación de la reina Beatriz. Especulaciones que unos fundamentan en el largo paréntesis oficial de la soberana holandesa y en el traspaso de parte de sus deberes a los Príncipes de Orange, a causa de su rehabilitación por la operación de rodilla a la que fue sometida a principios de año; otros en la decisión de la Reina de reformar este mismo año el castillo Drakensteyn, con instalación eléctrica y calefacción incluidas, por considerar que podría tratarse de la antesala de una posterior mudanza de la Reina desde La Haya hasta Lage Vuursche en Utrecht; otros en la más que dudosa renovación del príncipe Guillermo como miembro del COI pasadas estas olimpiadas -existe un acuerdo con el Gobierno para que el Príncipe deje sus funciones en este organismo cuando acceda al trono, así que probablemente no pueda permitirse otro nombramiento de ocho años.
De confirmarse los rumores, la reina Beatriz abdicaría con apenas un lustro de diferencia respecto de su antecesora, la reina Juliana, que le cedió el trono a ella el día de su cumpleaños, el 30 de abril de 1980, después de servir a su país durante 32 años -fue proclamada soberana de los Países Bajos el 6 de septiembre de 1948-. Y, así las cosas, también la reina Beatriz, al igual que hiciera su madre hace 26 años, dejaría las riendas del reino a los príncipes Guillermo y Máxima, con varios años de ejercicio y oficio como Herederos, una reconocida labor de la Princesa al frente de los Microcréditos y la continuidad dinástica asegurada con dos hijas.
