Los Príncipes de Holanda y el símbolo de la paloma

Por hola.com

Si bien muchas de las tradiciones bautismales de la [Familia Real holandesa] han ido cambiando con el paso de los años, otras, como son el traje de cristianar o el histórico broche que lucen los recién nacidos 'reales' durante la citada ceremonia religiosa, han permanecido inalterables en las sucesivas generaciones de los Orange.

Una ceremonia espontánea
Así, al igual que su hermana mayor, la princesa Catalina-Amalia, la pequeña Alexia ha sido bautizada con agua del río Jordán y con el faldón familiar. Un precioso traje de cristianar, que fue especialmente realizado para el bautizo de la reina Guillermina, en 1880, con encaje de Bruselas. El vestido ha sido usado en los últimos años para los bautizos de la reina Juliana y la reina Beatriz -respectivamente bisabuela y abuela de la neófita-; su padre, el príncipe Guillermo; sus tíos Friso y Constantino y, por última vez, como decíamos por su hermana y futura Heredera al trono de Holanda, la princesa Catalina-Amalia. Y, como no, con el histórico broche -una paloma de oro blanco y brillantes- que llevaron antes que ella todos sus antecesores.

Costumbres aparte, de lo que no cabe duda es de que cada vez son más cercanas y espontáneas este tipo de ceremonias en el reino de Holanda. Así, el bautizo de la princesa Alexia podría decirse que fue emotivo, muy agradable y, también, bastante movido: la protagonista del día estuvo sonriendo durante toda la celebración, así como jugueteando con el broche de su madre; la princesa Catalina Amalia, hermana mayor de la pequeña, aguantó difícilmente quieta e, incluso, en un par de ocasiones, se levantó de su asiento y comenzó a recorrer el pasillo central del templo, sin hacer caso de la [princesa Máxima] que la indicaba con gestos que volviera a su sitio; su prima mayor, Eloísa, toda una señorita, se mostró muy orgullosa del pequeño bolso con el que asistió a la celebración; el Coro de Niños dedicó una encantadora canción a la pequeña Alexia y obsequió tanto a ella como a su hermana con dos biblias; sin olvidar, los deseos personales de los padrinos. Especialmente, las dulces palabras de la princesa Matilde a Alexia y, también, a Amalia.