La Cena de gala que puso fin al luto en Holanda

Por hola.com

La reina Beatriz de Holanda, arropada por los Príncipes de Orange, la princesa Margarita y Pieter van Vollenhoven, ofreció ayer en el palacio de Noordeinde una cena de gala en honor de la Presidenta de Letonia, Vaira Vike-Freiberga, y de su esposo, Imants Freibergs, con motivo de su visita de Estado a los Países Bajos. Una velada con la que la Familia Real ponía fin al luto en Holanda, tras la muerte del príncipe Bernardo, y reanudaba, con espectaculares vestidos de fiesta y fabulosas joyas, nuevamente su apretada agenda.

Pero también la velada con la que la [princesa Máxima] aparecía de nuevo en palacio como una auténtica Princesa, tras darse a conocer la noticia de su futura maternidad -espera su segundo hijo para mediados de julio-. No descuidó para tal ocasión ni un solo detalle de su apariencia y apostó por el siempre elegante blanco y negro. Lució un moño imperio adornado con la tiara de motivos triangulares, de los Orange, y un impresionante traje largo compuesto por un top negro, con escote palabra de honor; falda larga de seda, de color blanco, con festón en negro; chal de gasa a juego con la falda, y cartera, con el top. Asimismo, la [reina Beatriz] también destacó por su elegancia entre las damas asistentes y eligió un traje de color berenjena, que acompañó, al igual que la Princesa de Orange, con algunos tesoros de la Casa Real.

Las joyas de los Orange
Las piezas de joyería que lucieron las damas de la Familia Real holandesa no pasaron inadvertidas por los asistentes, especialmente las de la princesa Máxima. La futura Reina llevó unos pendientes de diamantes, procedentes de un gran regalo a la reina Emma de Holanda, nacida Princesa zu Waldeck und Pyrmont, en 1879. El regalo consistía en un collar con 34 grandes brillantes y un broche integrado mayoritariamente por 214 diamantes en talla brillante. Tres grandes colgantes de diamante completan el broche, dos de los cuales lució precisamente la Princesa como pendientes.

La tiara de motivos triangulares con que asistió la princesa Máxima era un regalo de cumpleaños del rey Guillermo III de Holanda, Gran Duque de Luxemburgo, a su hija pequeña (nueve años), la princesa Guillermina. Un conjunto de unos 100 diamantes de gran tamaño presentados en varias monturas, de modo que la Princesa pudiera llevarlos de muchas formas distintas, como diadema o collar. La Princesa de Orange se decantó en esta ocasión por la montura de los diamantes más pequeños.

Las tres estrellas que la princesa Máxima llevó prendidas en su top negro pertenecían a la llamada "Pequeña diadema de diamantes", la favorita absoluta de la reina Beatriz. Originalmente, la tiara estaba coronada por cinco estrellas de diamante, combinadas con históricos diamantes. Pero hay más estrellas. Existen fotografías de la reina Juliana luciendo toda una cadena de estrellas de diamante sobre su vestido.

"El milagro letón"
Durante su discurso, la soberana holandesa alabó el gran desarrollo experimentado por Letonia en la última década. El proceso de transición del país báltico de los últimos años, desde que en 1991 se independizara de la Unión Soviética hasta ahora, tras su reciente incorporación a la Unión Europea. Un proceso que calificó como "el milagro letón". Destacó, asimismo, la perseverancia y la fuerza de los ciudadanos letones durante aquellos años convulsos; los grandes sacrificios y el trabajo dedicado para asegurar que la transición corriera pacíficamente, pese a la grave dificultad que suponía la coexistencia de grupos diferentes de población.