La tristeza y la soledad de la reina Beatriz invaden el Reino de Holanda

Por hola.com

Llevaba meses despidiéndose de los suyos, preparando su testamento y su legado, llegando incluso a dejar escrito cómo le gustaría ser enterrado, pero la muerte se lo llevó antes de que la Familia pudiera hacerse a la idea de lo que supondría su pérdida.
Sabían sus seres queridos por los médicos que le trataban que la enfermedad se abría paso y que era muy poco el tiempo con el que contaban, pero jamás imaginaron que ésta llegaría, fulminante, en la misma tarde en la que ellos asistían felices a la entrega de los Premios Príncipe Claus. Una ceremonia en la que la Reina, además de presidir el acto, subió al escenario para cantar con el artista brasileño Carlinhos Brown, mientras sus hijos y sus nueras aplaudían entusiasmados desde la primera fila del teatro.
La Familia Real honraba la memoria del Príncipe Claus, esposo de la Reina, fallecido hace tan solo dos años, cuando el príncipe Bernardo tuvo que ser trasladado de urgencia al hospital de Utrech. La Clínica donde el padre de la Soberana pidió, horas antes de morir, que no se tomara ninguna medida médica adicional.

Camina abatida por los jardines de palacio
Ahora, la Reina se ha quedado huérfana y viuda en menos de dos años y el sentimiento de pérdida se ha instalado en su corazón porque, como ser humano que es, no ha tenido tiempo de curarse las heridas. Así, al dolor instalado por la pérdida del príncipe Claus y de la reina Juliana, se ha unido de forma devastadora, el que le ha producido la muerte de su padre. La Reina de los Países Bajos no dice nada pero, por sus gestos y por sus movimientos, deja entrever cómo la ha paralizado el sufrimiento.
De alguna forma sabe que, aún rodeada de hijos y nietos, en este punto de su vida comienza la cuenta atrás. Y sabe, también, que cuando llegue el momento de abdicar, en el resto de sus días no habrá nadie a su lado con el que saborear, libre ya de toda responsabilidad dinástica, la emotiva y especial etapa del nacimiento y la crianza de los nietos; con el que avanzar feliz hacia los últimos años. Beatriz, la reina abatida, camina por el palacio de Soestdijk donde nació y donde vivieron sus padres durante medio siglo, como si llevara sobre sus espaldas toneladas de dolor y sufrimiento y observa la llegada de la Navidad a los jardines de Palacio con una inmensa tristeza en su mirada.