Nieuwe Kerk, lugar de reposo para los monarcas de la Casa Orange

Por hola.com

Juliana de Holanda abandonó Soestdijk para siempre la pasada semana, días después de su fallecimiento. Un bellísimo palacio del siglo XVII en el que habitaría prácticamente toda su vida (desde 1937) junto a su esposo, el príncipe Bernardo y sus hijas -hasta que éstas crearon sus propias familias- y en el que sería velada durante los primeros días que siguieron a su muerte por su esposo, sus hijas, y sus nietos... Y Juliana abandonará también para siempre Noordeinde (el edifico donde se instaló la capilla ardiente para que casi 50.000 holandeses pudieran rendirle un último homenaje).

El palacio que su hija, la reina Beatriz, inauguró como lugar de trabajo en 1984. El mismo donde Guillermo I tomó posesión en 1817 hasta sus últimos días. El mismo donde nacería su madre, la reina Guillermina, en 1980, y donde viviría su abuela, la reina Emma, durante los fríos inviernos de Holanda... El mismo, también, donde trascurrirían sus primeros años (1940) y que, tras la invasión alemana, ya nunca volvería a ser habitado por la familia quedando designado como "el palacio de trabajo" de la reina Beatriz.

Catorce casas reales y principados
Dos escenarios fúnebres para un último adiós. El adiós a una reina que pidió volver a ser princesa y que murió siendo sencillamente Juliana de los Países Bajos a los 94 años.

Un adiós en el que estará acompañada desde el mismo palacio de Noordeinde por todos sus nietos mayores (Guillermo, Carlos de Borbón Parma, Mauricio y bernardo) . Un adiós Solemne enmarcado por una procesión funeraria a la que se unirán, a medio camino entre la Haya y Delft, sus cuatro hijas: La reina Beatriz, la princesa Irene; la princesa Margarita y la princesa Cristina.