El Duque de Lugo lleva a sus hijos, Felipe y Victoria Federica, a las Fallas de Valencia

Padre e hijo acudieron el sábado a los toros en el coso taurino valenciano

Por hola.com

La presente edición de las Fallas ha contado con un aliciente extra: la presencia de dos de los miembros más jóvenes de la [Familia Real española]. El Duque de Lugo ha aprovechado para viajar a Valencia con sus hijos, Felipe y Victoria Federica, en este año especial en que la fiesta grande de la ciudad del Turia coincide con la Semana Santa.

Durante su primera jornada en la capital de la Comunidad Valenciana, el pasado sábado, Marichalar acudió con su primogénito a la corrida de toros, en la que participaban los diestros Julián López El Juli; Francisco Rivera Ordóñez, y David Fandila, El Fandi, en el noveno festejo de la Feria de Fallas que se celebra en el coso taurino de la calle Xátiva. La estrella del tendido fue el nieto de los Reyes, que acudía por primera vez a una plaza de toros junto a su padre, gran aficionado de la fiesta. El pequeño se mostró muy pendiente de todo el festejo preguntando a su padre a menudo por algunos detalles de la corrida.

Por la noche, sobre las 21:30 horas, don Jaime, en calidad de Presidente de la Fundación Winterthur, y sus hijos cenaron en el tradicional sopar de plantà, que organiza cada año el consistorio valenciano y que tuvo lugar en la Plaza del Ayuntamiento de la ciudad. Durante la cena, estuvieron acompañados por uno de los hermanos mayores de Marichalar, así como por la familia de éste.

Al día siguiente, tuvo lugar el bautismo fallero de los hijos de los Duques de Lugo, que siguieron en persona la tradicional mascletà desde el balcón del Ayuntamiento junto a las falleras mayor y mayor infantil de Valencia, Gloria Martínez y Victoria Blazquez, respectivamente, y la alcaldesa de la ciudad, Rita Barberá. Poco después de comenzar el espectáculo pirotécnico, don Jaime y sus hijos se refugiaron en el interior del Consistorio, al parecer, porque a los niños les molestaba el ruido ensordecedor. Una estruendosa ovación puso fin a la mascletá, pero no a la fiesta. Los miembros reales, contagiados del espíritu festivo que reinaba en la ciudad, volvieron a salir al balcón para saludar a los miles de espectadores, que abarrotaron la plaza del Ayuntamiento y las calles adyacentes.