Los Urdangarín celebran los cumpleaños de la infanta Cristina y su hija, Irene

Por hola.com

Hay bebés que multiplican el instinto maternal de quien les observa. Sencillamente, porque son preciosos, como lo es Irene, la sexta nieta de los Reyes, la más pequeña de los hijos de los Duques de Palma de Mallorca, aquella que nació el 5 de junio de 2005 y vino a completar la familia numerosa de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín.

Porque tras Juan Valentín, Pablo Nicolás y Miguel le tocaba el turno a una niña "rubia y redondita", como la definió su padre el día de su nacimiento en la improvisada rueda de prensa que concedió en la clínica Teknon, donde, especialmente emocionado, el duque de Palma de Mallorca cantó las maravillas de su pequeña, paradigma de salud con 3,648 gramos al nacer y 50 centímetros de estatura. Desde entonces han pasado trescientos sesenta y cinco días, en los que Irene (llamada así en honor a su tía abuela, la princesa Irene de Grecia, hermana de la Reina) no ha hecho sino parecerse cada día más y más a sus hermanos y, por ende, a sus orgullosos padres (hay quien dice que Irene es la viva imagen de la infanta Cristina de niña).

La familia al completo decidió celebrar un día tan especial en su nueva casa de Barcelona, ubicada en el exclusivo barrio de Pedralbes, residencia a la que se trasladaron la pasada Semana Santa. El día del cumpleaños de Irene, los duques de Palma de Mallorca llegaron a la Ciudad Condal a media tarde, tras haber pasado unos días en Palma de Mallorca. A las puertas de su casa, y ante la presencia de los medios de comunicación, la infanta Cristina (haciendo gala de su naturalidad y simpatía) no tuvo ningún reparo en bajarse del coche que ella misma conducía (su esposo iba en otro automóvil con sus tres hijos mayores) y posar para los fotógrafos, muy sonriente, con la pequeña Irene en brazos. La niña, que un año después sigue ostentando el calificativo de "sanísima", que le dieran los Príncipes de Asturias cuando la conocieron, miró a los fotógrafos con rostro serio, sin separarse de su madre, pero muy tranquila. Y, eso sí, enamorando a todos con el intenso azul de su mirada, y el cabello puro trigo. Como las princesas de los cuentos.