Una tradición con solera: la infanta Leonor ante la Virgen de Atocha

Por hola.com

Los Príncipes de Asturias han dado el "sí, quiero" a las tradiciones con la decisión de presentar a su hija, la infanta Leonor, ante Nuestra Señora la Virgen de Atocha, el próximo siete de junio, tal como manifestaron en su visita al municipio madrileño de Alcalá de Henares. Si el príncipe Felipe fue presentado en su día por sus padres, cuando tenía cinco meses (el 13 de julio de 1968, según las crónicas), su hija será llevaba a la basílica a los siete meses de su nacimiento. El acontecimiento se revestirá de un especial encanto, agudizado por la idea del retorno de los Príncipes de Asturias al templo donde doña Letizia, el día de su boda, depositó su ramo de novia. Una vez más, romanticismo y tradición se dan la mano.

Siglos de historia
Desde el siglo VII se venera, en Madrid, a la Virgen del Atocha, la de los campos de esparto, que logró ser cuidada por los fieles, incluso durante la dominación musulmana. La capital se debate entre tres advocaciones: la Almudena, la Paloma y la Virgen de Atocha, pero ésta última tiene un "privilegio" que ninguna de las otras dos ha logrado: a su templo acuden los Reyes o los Príncipes Herederos con sus hijos, los infantes, y a ella se los presentan. La tradición se remonta a los lejanos tiempos de Felipe II, pero fue Isabel II (de hecho, fue ella quien logró que Pío IX convirtiera el hasta entonces santuario en Basílica) quien más empeño puso en que la tradición no se perdiera en la noche de los tiempos. En 1852, la Reina reforzó la piadosa costumbre de ofrecer a la Virgen de Atocha los infantes nacidos vivos. Y, sin duda, consiguió su firme propósito de dotar Madrid y su Corte de tradiciones llenas de significado. La mejor prueba: don Juan Carlos y doña Sofía, muchos años después del reinado de esta Soberana de carácter, presentaron a sus tres hijos ante la Virgen, pocos días después de que éstos nacieran: doña Elena, en 1963, doña Cristina, en 1965, y el príncipe Felipe,en 1968.

Un incidente para la Historia
Cuando la reina Isabel II, la más castiza de las Reinas, acudió a presentar a su hija Isabel, conocida como La Chata, sufrió un atentado de manos del cura Merino. El sacerdote sin mediar palabra asestó a la Reina una puñalada. Dicen los comentaristas de la época que la mucha ropa, y una ballena del corsé real, salvó a Isabel II de mal mayor y salió ilesa del ataque. En agradecimiento a la Virgen, la Soberana decidió [regalar a la imagen un conjunto de joyas], realizado con idénticas piedras que aquellas que lucía el día del atentado.

Orígenes de una Basílica
La reconquista de Madrid, en 1083, fue atribuida a la intercesión y ayuda de la Virgen de Atocha. Esto hizo que los reyes medievales, del reino de Castilla, guardaran devoción por la imagen. En 1523, el emperador Carlos I decidió hacer entrega de la imagen a los dominicos. Sesenta y cinco años más tarde, en 1598, Felipe II hace edificar la capilla mayor y la elige para celebrar en eslla las grandes ceremonias de la Corte. Después vendría la invasión francesa y la casi completa demolición del santuario. Hasta que llegó al Trono la reina Isabel II y se preocupó por restablecer el culto y trasformar el santuario en Basílica. A partir de ahí, la devoción por la Virgen de Atocha volvió a iluminar Madrid. El edificio actual se inauguró en 1951, forma un rectángulo de 52 metros de frente por 34 de fondo, con una altura en la nave central de 13,25 metros.