Doña Cristina de Borbón: Una mujer de su tiempo

Por hola.com

"¡¿Pero, otra niña?!" Se cuenta que exclamó el Rey el 13 de junio de 1965 cuando los médicos que atendieron a doña Sofía en el parto y le dieron la buena nueva. Aún así, y tan encantado como con la llegada de la primogénita, doña Elena, el entonces príncipe sacó su botella de champán, su copa y se dispuso a brindar. El bebé tenía un lunar chiquitito en su mejilla izquierda, abundante pelo, los ojos dulces de su madre, una sonrisa permanente en la boca, la de su padre, y estaba sanísimo. Doña Sofía, feliz, por cómo se había desarrollado todo, pidió crema de chocolate para celebrarlo.

Corrían tiempos difíciles. Don Juan Carlos y doña Sofía no tenían asegurado, entonces, su porvenir como Reyes de España y su representación oficial era muy limitada. Pero en Zarzuela, con los gritos alegres de los niños y el optimismo de los Príncipes que soñaban con la posibilidad de ayudar a construir un futuro político mejor, no había lugar para las penas. Juegos en los jardines del palacio, viajes a Atenas para visitar a la abuela, la reina Federica -antes del golpe de Estado que les obligó a abandonar el país-, fiestas de cumpleaños, árboles de Navidad, los primeros juegos en el mar… Los tres hermanos siempre juntos hasta que llegó la hora de ir al colegio.

La primera Infanta con título universitario [doña Cristina] vistió el uniforme de Santa María del Camino, aprobó selectividad y un día, a sus 24 años, se convirtió en la primera mujer de la Familia Real española con título universitario. "Es una más -dijeron sus compañeras de clase-, un poco empollona y muy amiga de gastar bromas"-. "Es hora de marchar -dijo ella, cuando terminó la carrera". Y doña Cristina se fue. A París, a Nueva York… A vivir intensamente cada momento de su existencia sin abandonar, sin embargo, la mesura y la discreción que siempre distinguieron a su rango… Pero, también, a prepararse culturalmente. Por ello, además de su licenciatura en Ciencias Políticas, estudió francés, inglés, griego; asistió a un curso de posgraduado en Relaciones Internacionales en la New York University -la Universidad en la que acaban de nombrar honoris causa a su madre, la Reina- y trabajó, en París, en 1991, en la sede de la Unesco, en temas de Ciencias Sociales y Humanas, por el simbólico salario de un dólar al mes.